Por más que el Presidente de la República trata de disimular la pena ajena y contener el linchamiento a gobernadores de la factura de Alfredo del Mazo, lo cierto es que la furia y descalificación a la persona de estos corruptos, ahora contenidos por el nuevo gobierno lópezobradorista, resulta evidente. El Gobernador del Estado de México no se hubiera podido ganar la avalancha que regalaba en los programas dominicales, Chabelo. Los aplausos apabullantes para López Obrador, contrastaban con el sonido de viento ensordecedor, por los silbidos de desaprobación dedicados a Alfredo del Mazo Maza, sobreviviente de un priísmo, del cual el pueblo, dice ya estar hasta la madre, aún en su presencia agónica.
