martes, 18 de junio de 2019

COMO BARRA DE CHOCOLATE





















La barra de abogados que mucho tiempo se ha mantenido al margen de las atrocidades jurídicas que han pasado en nuestro país, como lo es  que por décadas se haya litigado en  la materia laboral sin necesidad de cedula profesional,  o del abuso de los notarios en sus honorarios y en sus disfrazados programas de descuento en testamentos en vez de la creación de Juzgados de lo Notarial que los sustituyan de manera gratuita, o en el decaimiento  de la correcta y concordante  creación de leyes por parte de los congresos locales y las corruptelas judiciales al servicio del abuso  empresarial. Ni que hayan tachado de un absurdo, la existencia de leyes que  favorecían que los miembros del   poder judicial pudieran fijarse su propio sueldo;  pero ahora se indignan y defienden con clamor, el hecho de que el Presidente de la República informe de cara a la nación, sobre los amparos interpuestos para la no construcción del Aeropuerto de Santa Lucía y para  el reinicio de la construcción del Aeropuerto de Texcoco. La burra, digo la barra, de Licenciados en Derecho, que se alegraban porque el nuevo derecho mexicano  -en su mala imitación del derecho estadounidense-,  además de la oralidad, también  contemple la transparencia  de los asuntos judiciales y su publicación; y que nunca alzaron la voz para defender a quienes sufrían de las arbitrariedades de la exprocuradora Arely Gómez, quien violaba impunemente el derecho de secrecía de las carpetas en el pasado sexenio; ahora se manifiestan inconformes con la información presidencial respecto a los juicios de amparo antes comentados, en donde está en juego, el patrimonio del país y principalmente del pueblo de México, por actos mal planeados y con conductas  que posiblemente se traduzcan en  comisiones de delitos. La agrupación  de Abogados en una carta,  pidió al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, no intervenir en asuntos jurisdiccionales, con advertencias como la de exhibir los nombres de los quejosos que han interpuesto amparos para detener la construcción del aeropuerto de Santa Lucía, siendo que   el poder  ejecutivo es parte  de los asuntos jurisdiccionales en cuestión y que ha respetado la división de poderes, ya que a lo largo de nuestra historia presidencialista, nunca el poder judicial se había revelado al titular del poder ejecutivo, sabiendo que el Presidente era un interventor continuo, tanto para dar los moches como para dar las chambas a los  juzgadores. No hemos sabido que la barra de abogados hayan tratado de impedidir  con este mismo ímpetu, a tantas  universidades patito que regalan títulos de abogados o que han  partido la  carrera  de licenciado en derecho, de cinco años a unos cuantos  meses, ni que se hayan opuesto a la eliminación del Examen profesional, o que hayan  defendido  agrupados y mediante el derecho internacional, los abusos de  Estados Unidos para nuestro país, ni que se hayan opuesto a la autorización de que deudas privadas se hayan hecho deudas públicas, ni a  la despensa del  pago fiscal para empresas millonarias, ni que hayan defendido a los cientos de trabajadores que murieron accidentados en las obras que se realizaban para el Aeropueto Empresarial Texcocano que ahora defienden; ni mucho menos que hayan organizado una cruzada para reivindicar la imagen del abogado, tan desprestigiada  por la percepción pública,  como la de los jueces, los ministerios públicos, secretarios de acuerdos, actuarios y de aquellos  que se les relacionan con la lentitud y la corrupción de los órganos jurisdiccionales. Son estos abogados clanificados, los  que tienen la costumbre de agruparse para sacar provecho social y económico,  los que es hasta este sexenio,  que quieren aplicar la censura al titular del poder ejecutivo para  que se mantenga callado y si es posible agachón ante los influyentes; como agachones y tragadores de deposición, resultan ellos mismos. No cabe duda que quienes se servían de los privilegios de la corrupción están desesperados ante el nuevo gobierno y que de recuperar el poder, podrían ser más agresivos en su  filosofía apátrida y en su escala de corrupción, de lo que siempre lo han sido.