La palabra bipolarización que se utilizó constantemente durante la guerra fría, vuelve a renacer
ahora y se compone entre el descontento social y la comodidad abusiva engendrada por el
neoliberalismo, tumba del sistema capitalista y socialista. En México la llegada
a la presidencia, por primera vez de un presidente izquierdista y por elección
legítima, aumenta la inquietud de aquellas esferas privilegiadas por la
corrupción, pero no llega a polarizar lo que ya estaba polarizado, y que se reflejó
en anteriores elecciones que fueron amañadas,
con mayor fuerza en 1994, 2006 y 2012; así como las decepciones
presidenciales de los sexenios del 88 al 94 y del 2000 al 2006. Sin embargo el poder
económico cada vez más debilitado ante el poder político, se basó en el
alimento principal del mexicano que era la televisión para generar conflictos
de pensamiento económico, social, cultural y principalmente moral, con todo y que nunca
se habían visto tan amenazados como llegar al grado, de enfrentarse a un
gobierno federal en funciones con un
líder de pensamiento anticorruptivo y con una idea firme de cambiar un sistema,
lo que provoca en todos los casos históricos universales, la separación notoria entre liberales y
conservadores. Los mensajes conscientes y subconscientes de enajenación
colectiva con la idea de que solamente el pobre es flojo y que no existen ricos
revolucionarios,- cuando en toda revolución o transformación política, la primera
herramienta para realizarla es por medio del recurso económico-; han logrado
que los inseguros y vulnerables a la crítica y a la firmeza de sus convicciones,
oculten o nieguen sus preferencias políticas, y digan lo contrario a lo que
estampan en una urna, y que provoca una ventaja de más del 53 por ciento para un candidato en una
elección. Aunque las transformaciones pacificas son de mayor dudosa procedencia
que las bélicas, pero sumamente más recomendables; la llegada a la presidencia del
lópezobradorismo por la vía electorera y con reglas de un juego antes establecido, ha traído efectos de transformación, principalmente para el propio presidencialismo y un accionar en contra del saqueo empresarial; pero no una transformación
ideológica ni educativa, situación que se refleja entre los debates ciudadanos, que se limitan a la repetición de mensajes
acondicionados o a diálogos candentes y
enfrascados que no nos llevan al fondo de la situación que hoy se vive y sí a la crítica o defensa visceral y cortoplacista. Los cambios que vive actualmente nuestro país y que se
esperaron sin su llegada, en el año 2000 cuando todo fue continuismo; no son los que dividen a pobres contra ricos, ni a lectores
contra televidentes, ni a abuelos contra nietos, ni aquellos que son de un
partido político contra aquellos que pertenecen a otro, ni confrontan
corrientes socio económicas o de geopolítica; lo que realmente ocurre, es que
se han separado con claridad dos bandos que se contraponen; el compuesto por
los corruptos con inseguros y el compuesto por los decentes con ingenuos. Más en www.somoselespectador.blogspot.com