martes, 7 de mayo de 2019

LOCURA CASI COLECTIVA

















Hay un grupo reducido que no puede contener la rabia de perder sus privilegios y su campo de acción corrupta. Demandan no división;  aquellos que dividen y quienes le apuestan al cansancio de los ignorantes para que su impaciencia estalle en contra del Presidente legítimo de México. Aquellos que con severidad criticaban las marchas callejeras que supuestamente no respetaban la determinación del voto y causaban males a cientos de comercios, ahora se arrastran por Paseo de la Reforma,  una avenida principal  que exhibe su convocatoria reducida. A casi medio año de que López Obrador llegó a la presidencia,  aún mantiene su 55 por ciento de aceptación que llegó a estar al 78 por ciento. Si en este momento se repitieran las elecciones de Julio pasado, volvería a ganar rotundamente quien finalmente obtuvo la presidencia, y que en otros países, no necesitaría ni de la segunda vuelta. Sin embargo existe un grupo despojado de los privilegios que le brindaba la corrupción de  los gobiernos pasados, quien sin pliego petitorio alguno,  y con el grito por el grito, tratan de impedir  se continúe con la política sana  actual, que coincide en hechos, con lo que el Presidente como candidato había prometido a sus votantes. La marcha  "pifipriperrepanista people", no está compuesta por las mismas personas que se manifestaron ante los abusos de Peña, contra el fraude electoral o los abusos del  ejército; sino que son aquellos que trataban de disimular como  se exhibía  Meade, Margarita, el Bronco y Ricardo Anaya con sus mentiras, hasta incluso alterando documentos. Los que marchan son  aquellos que han sido descritos a perfección como  "fantoches, conservadores, hipócritas, doble cara" y que encierran  al concepto fifí. Son los que ahora incluso con lágrimas, demuestran su desesperación por perder su empleo como aviadores, su presupuesto en asociaciones popis, que pedían recursos para guardarse una tajada en sus bolsas, los que ya no pueden aprovecharse de los recursos públicos y aquellos que observan como día a día en el nuevo gobierno, ni se desploma el peso ante el Dólar, ni se incendia la Bolsa de Valores, ni se anula el acercamiento con el tratado de Libre comercio, ni los inversionistas salen huyendo por la no construcción del Aeropuerto Mercantilista, y que tampoco  nos invaden los rusos, ni se largan del país los que habían prometido hacerlo. Sin embargo,  siguiendo el consejo de Albert  Einstein de que "Nada es absoluto, todo es relativo", debemos pensar que sí existen ciudadanos  de buena voluntad que quizá no coincidan con la política implantada por el  nuevo gobierno mexicano, y quizá  entre ellos, exista una mayoría que al inicio del sexenio, -como dicen las encuestas-,  tenían la preocupación de la inseguridad y un gobierno corrupto y que ahora nada más les preocupa la inseguridad; pero esos ciudadanos inconformes y que no entienden que sufren los pesares como consecuencia del gobierno pasado, pero que son  bien intencionados,  y que seguramente son una minoría más pronunciada que la que sale a las calles  a horas después de que el nuevo Presidente tomó protesta constitucional, y que  son ciudadanos que no gritan por gritar; son aquellos que respetan a las mayorías como quieren que los respeten a ellos, y que están en el entendido de esperar   la acción ciudadana efectiva,  que les ha ofrecido el propio Presidente de la República, que es la revocación o renovación  del mandato, como un instrumento inédito en el presidencialismo mexicano. Será ahí cuando se manifiesten con su voto y no en una avalancha de apenas 15 mil personas en donde se encuentran políticos y exgobernantes detestables, y que no tienen empacho de salir a la calle con su desvergüenza.