Su presentación fantoche de Jorge Ramos en la conferencia mañanera del Presidente López Obrador, sirvió solamente de presentación poco triunfal, para dar señales de vida, de que ahora saldrá más seguido en las pantallas mexicanas, ya que Televisa prepara para él, una serie de entrevistas con famosos quienes deberán criticar al recién llegado gobierno lópezobradorista, con el fin de incidir en el criterio del televidente que apoya las determinaciones contra la corrupción y de austeridad en el nuevo gobierno, que le ha quitado privilegios a políticos y empresarios. Ramos señaló en una entrevista, que la función de un periodista es atacar siempre al Presidente en turno, y que así como se atacó a Peña, ahora se debe atacar a López Obrador. Tal postura de atacar por atacar como si tirarle al Presidente fuera un deporte nacional, la considero absurda. En mis espacios informativos escritos y de radio, nunca he tenido empacho de criticar las actuaciones de gobiernos saqueadores, como lo ha sido los encabezados por Vicente Fox. Miguel Angel Mancera, Felipe Calderón, el propio Peña Nieto y al Imperio empresarial, mediático y partidista. Los he criticado con las consecuencias y riesgos que esto implica y sin embargo no soy de la idea de que el ataque deba ser irracional, por ganar audiencia o por ser oposición por el simple hecho de serlo. Se debe atacar lo incorrecto, pero también reconocer los buenos actos de gobierno, incluso las pequeñas sombras en el desierto de los saqueadores. La función del periodista radica en exhibir al mal gobierno y en democratizar los espacios informativos, pero un periodista no es un golpeador por hábito o por acción refleja de sus intereses particulares, como es claro el ejercicio no ético y provocativo que refleja el periodismo de Jorge Ramos, y cuyo ataque convulsivo no va de acuerdo a sus pasiones sino a sus conveniencias económicas y no informativas.