Para algunos es suficiente seis meses para que el gobierno lópezobradorista empiece a dar resultados importantes, y no solamente disminuir la corrupción, inyectar un programa de gobierno de austeridad y sin saqueo, y fomentar la vocación de servicio entre los funcionarios, así como abrir de par en par, la puerta de las libertades de expresión y romper los candados sindicales y empresariales que tenía el presidencialismo, incluso hasta romper relaciones financieras con los medios de comunicación. Menos de medio año para muchos es más que suficiente para el rescate de PEMEX, la eficacia de los programas sociales sin desviaciones, mayor aumento al salario ya aumentado y la eliminación de la delincuencia con todo y el descuido de seguridad nacional y pública sembrada en sexenios anteriores. Las acciones del Presidente López Obrador contra el huachicoleo, el freno a la voracidad empresarial al detener el proyecto del aeropuerto mercantilista y antiecologista como lo prometió durante su campaña a los votantes que lo llevaron a la presidencia, y la reducción de salarios a la clase política; no son recetas suficientes para aquellos que le tienen más paciencia al Cruz Azul que al hombre que ha determinado enfrentarse al neoliberalismo. Aquellos que con dolo o ignorancia empiezan a ponerle el cronometro en la sien del Presidente, sería bueno señalar un plazo definido. Que el término propuesto sea para una o dos semanas más, para que se pague la deuda del país, y una o dos semanas más para rescatar el programa educativo del mexicano; pero de no solucionar tales situaciones pese al ultimátum, entonces que se le despoje de la silla presidencial y que su lugar sea ocupado por "El Bronco", que se contrate a Pedro Ferriz de Con, o que su cargo se le regale a "Riquín Canallín" o al PRI con Meade, aunque no use el desprestigiado escudo de su partido, o en su defecto, de manera coctelera, nos sirvan una "margarita".