El divorcio entre el actual gobierno federal y el abuso empresarial de poder es evidente. El Presidente López Obrador cerró con llave y candado, la puerta de su oficina para quienes pedían favores. Al autoquitarse la facultad de condonar y cancelar impuestos a libre discreción y con secrecía, elimina la zona de privilegios que en el argot empresarial se llama rescate financiero y que cuando se trata de programas sociales se menciona como populismo y clientelismo barato. Empresarios bendecidos de manera propagandística por dar fuentes de trabajo, no solamente han violado los derechos humanos y laborales de sus empleados y monopolizado al mercado, sino que también no han pagado impuestos y han tenido estímulos financieros, lo que se traduce, en que ha sido el propio pueblo de México quien se ha autoempleado con sus contribuciones, y que el país ha proporcionado los recursos, mientras que los empresarios voraces que para muchos son un ejemplo de autosuficiencia, son los que solamente obtienen las ganancias. El decreto aquí señalado, no ha tenido la espectacularidad de la Carta enviada al gobierno español y al vaticano en donde México pide un acercamiento de hermandad, reconociendo las violaciones y genocidios que se producieron en nuestro agravio en la Conquista, ni aquel en donde se pedía de manera práctica, solucionar el conflicto de la reforma laboral de los educadores. El gran paso que ha dado la nueva administración de no brindar impunidad fiscal que suman casi 600 mil millones de pesos, puede ser el inicio de reformas fiscales en favor de la reducción de impuestos, pero a la vez de obtener mayor beneficios colectivos de éstos, y el inicio de encontrar métodos para que no todos paguen mucho pero que todos paguen., así como no destinarlos en programas fantasmas que ahora los que se resisten a la anticorrupción, extrañan y anhelan, como si hubieran sido funcionales en otros sexenios y no hubieran sido únicamente, partidas presupuestales para fugas de capital a favor de fundaciones y personas físicas y morales fantasmas. Mientras aquí están los hechos de gobierno y las promesas cumplidas en campaña por López Obrador, la minoría poderosa, que guardó silencio en el sexenio corrupto de Peña Nieto, siguen queriendo ensuciar el proyecto de nación lópezobradorista, tratando de escurrir evacuaciones intestinales en éste, pero lamentablemente al no tener argumentos; resultan estar estreñidos. PoR José A. Martínez