Quien expresa sus convicciones puede estar expuesto a las críticas y hasta a las burlas, pero para defender nuestros pensamientos primero hay que expresarlos con dignidad. De ahí la polémica y hasta aseveraciones de que es una acción distractora; la pretensión diplomática, que hace el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, de pedirle a la Iglesia Católica por medio del Papa Francisco y a la Corona Española por medio del Rey Felipe VI, un documento y acto que deje grabada la solicitud de perdón de quienes realizaron el colonialismo por medio del exterminio físico y cultural de los habitantes de la tierra azteca, en donde el mandatario mexicano pretende también unirse a la reconciliación, aceptando la disculpa y a la vez también pidiendo perdón por los actos igual de deplorables que ha realizado el Estado mexicano en contra de otras culturas como la China y la centroamericana y la propia cultura indígena que ha realizado el Estado mexicano -aunque no sea en tan alta escala, como el atropello español en tierras mexicanas y su invasión sin misericordia. Para muchos el tema de la conquista española no ha sido superada, incluso, hasta antes de que México obtuviera éxitos deportivos considerables se achacaban sus derrotas a este complejo de civilización violada, sin embargo las nuevas generaciones españolas y mexicanas incluso se han hermanado, y los pueblos son muy unidos, a partir de la llegada de muchos españoles exiliados y protegidos en tierra mexicana, aunque es un hecho que no existen igualdades de oportunidades, entre el Español que llega a México y el mexicano que aterriza en España. También se ha argumentado que el entreguismo mexicano por el extranjero proviene de aquel sometimiento colonial. Lo que resulta real es que por lo pronto, la herida dela conquista española se vuelve a abrir por la demanda institucional que se advierte, y por la reacción del gobierno español a la misma, con su rotunda negativa. Es cierto que México tiene muchos pendientes externos e internos que atender ante la dictadura presidencialista priísta y empresarial a que ha estado sometido, y que los problemas internos son de mayor urgencia y no requieren mayores distractores pero también no se puede evadir ningún asunto, lo único es que hay que medir tiempos. La colonización empresarial extranjera y el arraigo de la corrupción a nuestra cultura, deben ser la emergencia a atender. Sin embargo esto no significa que con mayor tranquilidad se ponga orden en las cuentas históricas, como lo es la reconciliación oficial de la conquista de México que se limitó a su Independencia y a tratados de no reconquista española de 1871. También se debe atender el nombre oficial del país que nos apunta como estadounidenses mexicanos cuando el mundo nos conoce como mexicanos y a nuestro país como México, cuando en la realidad, todavía se llama Estados Unidos Mexicanos, y no se ha situado el nombre del país a su realidad actual, en donde México es una federación y no una confederación; de donde se copió el nombre, a los Estados Unidos de América. No debemos limitarnos a la comodidad de la avestruz, pero también reconocer que las las emociones incontroladas, salieron a flote por los aniversarios históricos que en este año y en el 2021 están por venir, pero a poco más de cien días, de este gobierno de la cuarta transformación, resulta inoportuno destapar el acercamiento planeado, aunque pueda ser el principio de resolver la situación que se ha mantenido en el limbo de los 78 pueblos indígenas en marginación; sin embargo resulta de mayor urgencia antes de reconciliarnos, la atención a todos los habitantes de este país en donde no podemos olvidar a nuestros afrodescendientes, y rescatar al país y a todos sus habitantes, de la colonización empresarial y criminal a la que México ha sido objeto. La idea unificadora de López Obrador no es un tópico risible, sino por el contrario debe ser tomado en consideración, pero definitivamente no es el momento adecuado, cuando en el primer año de gobierno, toda nuestra atención debe estar concentrada en nuestra reconciliación interna como mexicanos ante la resistencia a un nuevo gobierno y la desmedida -rabia conservadora- de los vicios inauditos que ha embargado a México.