Ahora que se cumplen noventa años del Partido Revolucionario Institucional, es buen momento para reflexionar respecto al futuro de esta máquina electorera, y no me refiero a la autocrítica y balance de conciencia por parte de los priístas, -porque sabemos que no la tienen-, sino a que es el momento oportuno para que se le retiren de su escudo, sus colores verde, blanco y rojo de nuestra bandera nacional y que en el futuro, ni el PRI ni ningún otro partido puedan utilizarlos como lo ha hecho el Revolucionario Institucional; no como un acto patriótico o de respeto y amor al símbolo tricolor, sino como otro abuso, con el fin de aprovecharse de la ignorancia de los votantes, que por muchos años tacharon el círculo priísta de sus boletas, creyendo que era una solidaridad con México y con su bandera, o por pensar que no votar por el PRI era un acto desleal y una amenaza en favor de una alternancia o una oposición desconocida, que era estar en favor del comunismo, del socialismo cubano o soviético. Y hace apenas unos meses, se intimidaba diciendo que no votar por el tricolor, sería un peligro para México.