En México, un empresario lo mismo puede ser dueño de una cadena de hospitales, que de un equipo de fútbol o de una cadena de televisión y de manera proporcional, pagar menos impuestos que un obrero. Cuando se habla de ahuyentar inversionistas en nuestro país, no se toma en cuenta ni la violencia social, ni la falta de legalidad, ni el hecho de que un nuevo competidor se enfrente a una mafia empresarial que acabará fusionándolo o eliminándolo. Diferentes nombres y Logos, aparentemente diferentes marcas, pero la industria refresquera, cinematográfica, telefónica, gasera y por donde le busquemos, están en las mismas manos. El titular del Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México
(GACM), Federico Patiño, estimó que cancelar la construcción del Nuevo
Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) traería una pérdida de
aproximadamente 120 mil millones de pesos, la mitad del costo total de la obra,
pero sin que se edifique.Explicó que dicha cifra correspondería a demandas por
daños y perjuicios, liquidación de personal, mismo que se espera sea de 70 mil
personas a finales de este año, así como por los contratos que se han firmado y
la inversión de que ha realizado hasta el momento, y también se dice, que se perderán millones y millones de empleos casi más de los que supuestamente se perdieron por aquel plantón de Paseo de la Reforma por protesta al fraude electoral del 2006, que en todo caso de ser cierto, es el mismo número de empleos que se pierden cada diciembre por las peregrinaciones por toda la ciudad hacía la Básilica de Guadalupe, sin que nadie reclame. Lo cierto es que los hombres de empresa están súper preocupados por el bienestar y futuro del país y no por sus bolsillos, y además todos los grandes imperios de manera coincidente, tienen el mismo diagnóstico sin discernir, por lo que el Presidente Electo, López Obrador, la tendría más fácil , si se hiciera "de la vista gorda" y obedeciera las opiniones empresariales como lo hizo el servil Fox, Calderón y Peña Nieto.Sin embargo, la legitimidad con que llega el nuevo gobierno de la República, es una buena oportunidad para mantener proyectos políticos y no solamente pensar en los proyectos empresariales, que han sido los que han traído la desigualdad y el caos neoliberalista. “Yo no puedo ser tolerante con la corrupción y yo considero
que la construcción del aeropuerto es corrupción”, sostenía el actual
Presidente electo cuando era candidato a la Presidencia de la República, y
ahora somete la determinación a una consulta popular, que para muchos
empresarios significaba que ya había cedido a
sus condiciones. Sin embargo esta semana ha sido de incertidumbre porque el equipo
del Presidente electo parece no estar de acuerdo con el jugoso negocio a costas del país y en favor del grupo
absorbente empresarial. Y es tan importante la obra para los que quieren dominar al país, al grado, que asegurarían que las nuevas generaciones tendrán empleos de obreros o maleteros, mientras que las familias empresariales seguirán disfrutando del abuso comercial y el control de la política del país de manera nacional e internacional. Politiquillos a la merced de la cartera de los hombres de negocios y periodistas chayoteados, atacan hasta la propia encuesta y votaciones que se recopilarán por parte de la sociedad para saber su opinón sobre la construcción del aeropuerto de Texcoco, y han señalando que es ilegal, cuando tal mecanismo, si bien es cierto no se realizará tal y como lo marcan las leyes al respecto, tampoco resulta en contra de la ley, ya que la recopilación de opiniones, es una facultad que no se le puede negar a quien no es todavía autoridad ni mandatario, sino solamente un Presidente electo al cual se le agradece no sea autoritario en sus determinaciones, tal y como se le señalaba, que era su principal característica, y quien ahora dice, que de no construirse el proyecto de Texcoco, no será difícil sentarse en la mesa con los que solamente son cinco o seis inversionistas de tal proyecto.