Si la televisión realizada por el Estado fue de mediana a baja calidad fue por sus bajos recursos, realizadores que llegaron a manejar los canales por amiguismo y por la corrupción que rodeaba a dichas realizaciones. El imperio privado que ha absorbido todo el patrimonio del
país, no podría excluir a los medios de comunicación, al grado de que el
Gobierno federal a diferencia de los locales, se ha quedado sin un vínculo televisivo, al apoderarse la iniciativa
privada, con la idea de que lo que realiza el gobierno se burocratiza y se mata. El nuevo gobierno lopezobradorista debe
recuperar estas vías de información y de comunicación del gobierno federal con los ciudadanos, y lo
debe hacer con una televisión competitiva y con plenas libertades, para que la
calidad de estos canales y la llegada de figuras nuevas y propuestas innovadoras, sean capaces de mostrarse óptimamente; sin necesidad de censura, y en consecuencia, puedan bajar las audiencias de los métodos mal intencionados y eliminar a base de aceptación, las programaciones
establecidas, con el único fin de fortalecer a la esfera
empresarial a base del control mediático y no el fin legítimo del derecho a la información.