El Estadio completamente vacío
y una llama que apagaba el calor y permitía un aire frío. En las tribunas se
escuchaba el eco de la soledad y la emotividad se mantenía en pausa, con un
coraje contenido en el abandono. El anterior relato, no pertenece a los Juegos
olímpicos de México en 1968 que se celebraron a diez días de la matanza
estudiantil por parte del gobierno mexicano dominado por el PRI, sino pertenece
a la ceremonia realizada el día de ayer en recuerdo de aquellos juegos. A
diferencia del luto que debió ser guardado por respeto y rebeldía hace 50 años,
y que fue pisoteado por la publicidad televisiva que lo convirtió en euforía; ahora
que el recuerdo debió ser menos
agridulce, resultó sepultante, ante un Estadio de Ciudad Universitaria en solitario, por la falta de organización, de convocatoria y porque las actuales autoridades
deportivas están pensando en el botín
que se llevarán como último jalón de su corrupta administración. Sin embargo los atletas ahí presentes que
desfilaron en la pista histórica como lo hicieron hace medio siglo y sus familiares que los
acompañaban en la tribuna, vivieron momentos emotivos en la intimidad de aquel
gigante. Enriqueta Basilio revivió el
momento en que prendía el pebetero
olímpico en los primeros juegos realizados en América, justo
en la fecha que se recuerda el descubrimiento de un nuevo continente. Aquella imagen
de la joven deportista que corrió la pista para
hacer fuego y que dio la vuelta al mundo, hoy nuevamente fue captada por
medios internacionales en una reconstrucción de hechos con una nueva flama que
enciende un pasado emotivo y que alumbra a un México con un gobierno que llegó
por medio del voto y no de la violencia como en aquellos años, pero que sin
embargo, aún existe fuego que ilumina mucho por avanzar en luchas no ganadas
del todo y otras que apenas comienzan, ante un México distinto; pero muy parecido a aquel del 68.