Andrés Manuel López Obrador realiza
los preparativos conducentes para el desempeño de sus funciones como Presidente de la República, y en eso
radica el encuentro con los gobernadores de cada Estado y estrechar las manos, de quien perfectamente sabe son
partes de un sistema podrido por la corrupción con la cual tendrá que lidiar,
sabedor que son harinas de diferente costal. Y es que López Obrador ha llegado a la presidencia como producto de
una revolución electorera que se impuso ante las trampas electorales, pero no de
una revolución política que hubiera podido eliminar los vicios de gobierno y el disimulo
de sus instituciones, a los que favorecidos tratan de fortalecer en vez de cambiar de raíz. Sin embargo parte
del pueblo que confió y otros muchos que confían en López, a veces hasta la
locura, y de otros muchos que cedieron por la persistencia del tabasqueño que
derrotó a la insistencia mediática; no
han estado incomunicados con el mensaje claro, del Presidente electo, quien
dice, cumplirá sus promesas de campaña, y aunque es un político que juega con
las reglas y los vicios establecidos por la política que él no ha inventado,
tiene la obsesión, que ninguno de su especie había tenido, que es
eliminar la corrupción, luchar contra la ultraizquierda y la ultraderecha -que él
ha dicho, que al estar en los extremos; se juntan-, ahora tendrá que luchar contra la mafia sindical, empresarial, partidista y de
involucración extranjera, y hasta contra el mismo pueblo mexicano que ha sido
enajenado y hundido en ignorancia. Por eso, existe un López Obrador en la mesa de
juntas y otro en el templete, pero que finalmente, lo que existe en verdad, es
un López Obrador solo, nada más
acompañado de su obsesión de cambiar la
historia y de parecerse a Benito Juárez García, mientras otros, buscan la
continuación del sistema de privilegios y de poder y mejor parecerse a Carlos
Salinas de Gortari. El Presidente electo quizá haya olvidado que expectactivas gigantes; tienen desilusiones del
mismo tamaño. Sin embargo, el candidato a la presidencia, de ser presidente
electo, a ser presidente constitucional; es por mucho, López Obrador,la mejor
opción y de mayor solvencia moral para gobernar este país, ¿o acaso habrá
arrepentidos de no haber votado por el corrupto de Anaya o aquellos candidatos
que lo único que buscaban era fortalecer al PRI y un saqueo neoliberalista?.