ALGUIEN TIENE QUE DECIRLO.-La culpabilidad que debe
definirse sobre el saqueo, tortura, y
otro tipo de crímenes de los expresidentes de México en cuanto a las acciones que
no han prescrito y cuya persecución es oficiosa, compete de manera
irrenunciable a la Fiscalía General de la República que guarda independencia del Presidente de la República, conforme a la
ley, por lo que su acción de procuración
de justicia no es ni negociable ni está a consideración de las mayorías, como
está de moda que lo repitan los merolicos victimas del aleccionamiento sistematizado; pero cuya situación
es cierta, y que han utilizado los
voceros al servicio del empresariado saqueador para que los discípulos mentales lo repitan, y un Presidente con desbordante
popularidad y aceptación como el mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador
apueste al distractor de todo esto, para
seguir realizando sus operaciones de gobierno sin que el poder económico y
fáctico, entorpezca la transformación de la vida pública del país. Por lo que
el punto de la polémica es la consulta popular para juzgar o no a los expresidentes
Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña, pero nadie polemiza sobre el decreto de liberación que en la semana pasada, pronunció el Presidente, que además de beneficiar a quienes están privados de su libertad
por procesos indebidos y con condiciones poco humanistas, también golpea a la corrupción
penitenciaria, ministerial y judicial que es el ataque de fondo, aunque tenga
un efecto más espectacular en la forma. De ser este el punto de mayor atención
que la consulta popular, habría mayor desgaste con el empresariado que de
manera oscura, ha conseguido la semiprivatización de los reclusorios del país y
cuya conveniencia también radicaba en
tener más población en ellos. A continuación
me explico con la idea inicial. La consulta ciudadana respecto a la pregunta: “¿Estás
de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes, con apego al
marco constitucional y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de
las decisiones políticas, repito, políticas; tomadas en los años pasados por los actores
políticos, encaminada a garantizar la justicia y los derechos de las posibles
víctimas?”, es una pregunta que se realiza
como acción a la nueva política
del Presidente del país, y no está sujeta al accionar de la Fiscalía
encargada de la persecución del delito, por lo que es únicamente el Presidente
quien debe esperar la resolución de sus mandantes y si es que su investidura debe investigar y en su caso
denunciar las decisiones políticas que deben analizarse, organizarse y accionarse
en un posible comité de la verdad y de honor y justicia, que pueda proporcionar una evidencia histórica
y en su caso dar vista a la autoridad ministerial de un mal accionar de los
anteriores encargados de la presidencia del país, es decir, que tal acción que
estará condicionada a un sí o a un no de la mayoría, es independiente a la obligatoriedad de la autoridad penal de
una acción jurídica, o de todo aquel que se sienta agraviado y con pruebas
suficientes de su dicho, es decir cualquier partido político, organización no
gubernamental, gubernamental o ciudadano común, no estará limitado a
realizar denuncia o querella, ni habrá acción de amnistía o
una vez existiendo sentencia, de indulto, que pueda excluir del cumplimiento de
su pena a los expresidentes en caso de que la votación tuviera como resultado
un “no emprender procedimiento contra Salinas, Zedillo, Fox. Calderón o Peña”.
Tal es el caso, de que el propio Presidente López Obrador, antes de ser
Presidente y como ciudadano común, no se ha privado de denunciar a
expresidentes, cuya acción en anteriores gobiernos fue reservada y que sería valido que el ciudadano inteligente y crítico y no los calcamentes
repetidores, pudiera preguntarse: -¿porqué lo que denunció el hoy Presidente
López cuando había un sistema solapador,
no ha sido retomado por la fiscalía hoy renovadora?, en vez de repetir como pericos, lo que les mandan los
condicionadores mediáticos, de que “la
ley no puede ser negociada”, y que hace unos sexenios, la cantaleta repetidora era “en la democracia se gana hasta con un solo voto”.