sábado, 14 de agosto de 2021

CLAUDIA SHEINBAUM MUY CONQUISTADORA

 














CLAUDIA SHEINBAUM PARDO, JEFE DE GOBIERNO DE LA CIUDAD DE MÉXICO  expresó su postura  en la conmemoración  de los 500 años en que los españoles atacaron a pueblos indígenas para conquistarlos, y dijo: “vale la pena imaginar lo que había en este espacio (en el zócalo capitalino), en esta tierra hace más de 500 años. A unos metros de donde nos encontramos hoy se erguía el centro ceremonial de Tenochtitlan, dominado por el Tempo Mayor, una pirámide con dos templos dedicados a los dioses Tláloc y Huitzilopochtli, y que para los mexicas representaba el Coatépetl, la montaña sagrada, que almacenaba la lluvia, los rayos y las semillas multiplicadoras de la vida.El templo era considerado el centro del universo, la morada de los dioses, y el lugar por excelencia en que las personas podían descender a los niveles del inframundo o ascender a los niveles de los cielos.El recinto sagrado, con sus abundantes palacios, encarnaba al mismo tiempo el creciente poder político y económico de los mexicas, imperio que dominó otros pueblos de Mesoamérica y del sur.Los mexicas contaban con escuelas, recintos para los sacerdotes y los guerreros, juegos de pelota y otras estructuras religiosas como el templo de Ehécatl-Quetzalcóatl, el dios del Viento.Fray Bernardino de Sahagún relata la presencia de 78 edificios dentro de la gran plaza principal de Tenochtitlán, la Ciudad de los Lagos.El Templo Mayor estaba separado del resto de la ciudad por una gran plataforma con escalinatas hacia ambos lados, y de él partían las tres grandes calzadas que, a su vez, comunicaban la ciudad con tierra firme: hacia el sur Iztapalapa, hacia el poniente la de Tlacopan, Tacuba, y hacia el norte la de Tepeyac.Los únicos que tenían acceso permanente al recinto sagrado eran los sacerdotes, guerreros, gobernantes y estudiantes del Calmécac; la gente común sólo tenía permitida la entrada durante la celebración de las fiestas cívico-religiosas.Pero, más allá de su arquitectura, podemos decir que la cultura mexicana fue síntesis, conjunción, también destrucción y reconstrucción, modificaciones y nuevas interpretaciones de las creencias y tradiciones milenarias, centenarias de los antiguos pueblos mesoamericanos, de una complejidad que implicaba una filosofía sobre la existencia misma y su historia, sobre la filosofía de las personas, sobre la creación del universo, lo divino y lo terrenal, la astronomía, la agricultura, la cosmogonía de los pueblos originarios, de estas tierras y su complejidad que aún no alcanzamos a visualizar no es quizá, como ninguna otra, una historia lineal y progresiva; es diversa, condensa luchas, migraciones centenarias de diversos pueblos.Pero esa historia fue cortada, tuvo un vuelco hace 500 años. No se trata de olvidar al imperio y el sojuzgamiento de los mexicas frente a otras culturas o la alianza de los españoles y otros pueblos para derrotar al imperio mexica; se trata de debatir, de poner en el centro lo que significó la invasión española, lo que significó esa ruptura que impuso una visión dominante desde occidente, que trajo una pandemia, la viruela, que acabó con miles de los pobladores originarios, la caída de México-Tenochtitlán, la captura del último tlatoani, Cuauhtémoc, y los 300 años de Colonia posterior nos hacen, al menos, cuestionar de fondo la idea que durante mucho tiempo pretendió ser dominante de los civilizatorio, de occidente frente a la barbarie, de los pueblos originarios, del descubrimiento de una tierra que ya tenía grandes civilizaciones, la llegada, lo avanzado supuesto frente al retraso, la crueldad supuesta frente a la piedad.Como dice Pedro Salmerón: ‘El triunfo de la modernidad frente al retraso, como si las armas modernas, la tecnología, la ciencia, la religión fueron las que permitieron la asombrosa victoria española y la caída del México-Tenochtitlan’.No, esa ya no puede ser la única interpretación ni la dominante, porque entonces propagamos una historia desde un solo punto de vista que proviene de los vencedores y olvida las culturas de estas tierras; no sólo las civilizaciones precolombinas, sino su histórica resistencia, porque como dice Federico Navarrete: ‘La Conquista evoca en los mexicanos el referente directo de un momento fundador a un cataclismo sin paralelo, a una derrota lacerante y también a una victoria incontestable’.La llamada Conquista española representó el inicio de la Colonia, la imposición de una visión, pero también la resistencia de los pueblos. Hace 500 años la historia de esta tierra donde nos encontramos hoy y la historia del mundo entero cambió con un hecho histórico que conocemos como la caída de México-Tenochtitlan y que hoy reivindicamos también como 500 años de resistencia.Reivindicar a las mujeres indígenas de entonces y de las generaciones que llegan a la resistencia de hoy, no se trata de una visión romanticista, sino como la reivindicación de que la grandeza de México proviene desde ahí, y la grandeza de nuestra Ciudad de México es símbolo de esa diversidad cultural de entonces y de ahora.Porque la palabra conquista -y por ello la reflexión indispensable-implica la eliminación de una diversidad que conforma nuestro México pluricultural, de la riqueza de los más de siete millones de mexicanos y mexicanas que hablan, conservan y procuran 68 lenguas que representan culturas, historia, vínculo con nuestro glorioso pasado, presente y futuro.Porque el progreso con bienestar, o reconoce a los pueblos originarios su diversidad, o no es bienestar ni es progreso.Por ello, en el rescate de nuestra memoria histórica debe enorgullecernos las cosmovisiones, el sincretismo y el no sincretismo, del reconocimiento y la reivindicación de los orígenes culturales previos a la llegada de los españoles, que siguen presentes con orgullo y que representan también el porvenir.Si no cuestionamos esa visión, estamos condenados a seguir preservando una cultura de la discriminación y la renuncia a nuestra historia como la riqueza milenaria de nuestros pueblos originarios.Hablar hoy de México-Tenochtitlán y los 500 años de resistencia,obliga entonces a una indispensable política de memoria sobre la invasión de 1521, pues en ese momento histórico se originó uno de los fenómenos que aún lastiman a nuestra sociedad: el racismo. Hay que recordar que los sistemas coloniales establecidos a partir del siglo XVI establecieron una jerarquía social con base en el origen étnico de las personas.Es fundamental mostrar que, a pesar de tener 200 años de independencia, los valores del colonialismo, del racismo, han permanecido en nuestra sociedad, pues reproducen prácticas y valores discriminatorios, es por ello que es tan necesaria la memoria histórica.La herida colonial de nuestra sociedad sólo podrá sanar si hablamos de ello.Hace siete siglos, en esta ciudad se levantó la legendaria Tenochtitlán, cuna de la cultura mexica, que la vida… que lleva el nombre de nuestro país, de nuestra nación: México.Huitzilopochtli ordenó que fundaran la ciudad donde estuviera un águila parada sobre un nopal devorando una serpiente, y hoy es el elemento central de nuestra bandera, este pedazo de tela que nos distingue, nos une en la diversidad de la grandeza de México que nos enorgullece.La Ciudad de México tiene una historia milenaria donde sus habitantes jamás han dejado de resistir y de luchar por la justicia, la libertad y la igualdad.Por ello, nuestra ciudad es progresista, es centro cultural de México, es historia y es presente, es origen y continuación de todas las luchas, es futuro y es esperanza.En esta ciudad se vive la rebeldía y el amor; por ello, el racismo, el clasismo y todos esos ismos que son reminiscencias del México colonial no tienen más futuro, son el pasado, es el pueblo de la ciudad su solidaridad y su amor lo que nos distingue.Como jefa de Gobierno de la Ciudad de México me siento orgullosa de nuestro pasado y nuestro porvenir, y estoy comprometida a defender esta, nuestra grandeza milenaria, y a reivindicar la resistencia para convertirla en la riqueza del presente y el futuro de nuestra ciudad.La transformación, revolución de las consciencias y reivindicación de una patria diversa, multicultural, sobre esa base se construye el bienestar, respetando la diversidad, sí, esa es la transformación de la vida pública de México.Nuestra memoria, nuestro glorioso presente y nuestra esperanza. 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