Un homicida corrupto como el General Salvador Cienfuegos fue acusado de tener vínculos con el crimen organizado y nexos con el narcotráfico por parte del gobierno de los Estados Unidos, mismo que se desistió de los cargos en su contra y lo deportó para ser entregado al gobierno mexicano y para que sea investigado y en su caso juzgado en el país depositario en respeto a la jurisdicción territorial, como una situación inédita en la historia de política intervencionista de los Estados Unidos. Al no existir cargos en contra de "el generalote" en su tierra natal, es que Cienfuegos Zepeda se encuentra en su país y en libertad. Aunque la acción de la justicia estadounidense fue entrometida y con el pretexto de cumplir con la lucha delincuencional conjunta que tanto México como los Estados Unidos estamparon en la iniciativa Mérida, lo cierto es que resulta presumible que la llegada del exsecretario de la de Defensa Nacional Mexicana a los tribunales estadounidenses estuvo acompañada de pruebas sólidas de la acusación penal. En tal caso, ahora el gobierno lópezobradorista cuyo principal motor en su nuevo proyecto de nación es atacar la corrupción -aún rompiendo esquemas establecidos-, ahora se encuentra en un momento cumbre de asumir determinaciones jurídicas y no políticas,como no lo hizo el tribunal de los Estados Unidos de América, que supuestamente tiene alto prestigio a nivel mundial. Siempre he dicho, que aunque en la actividad periodística nos gana el análisis futurista, siempre será mejor aquel periodista que es historiador y no profeta; por lo que será mejor esperar, si es que el gobierno mexicano sale triunfante y vestido de gala, al recuperar el respeto público y legal de los Estados Unidos por nuestra soberanía, y asumir el Estado de Derecho, al juzgar militarmente al pillo deportado, o en cambio, realizar por primera vez una conducta contradictoria a sus principios de gobierno, y dejar en impunidad al Militar, en donde los mandos del ejército mexicano conserven su lugar privilegiado de acción de abusos, con el mensaje retrógrada, de que en México, aunque por autodeterminación del Presidente del país, ya no es intocable; sí lo siguen siendo, el ejército y la Virgen de Guadalupe.