Ningún libro de historia de México, registra un número de muertos tan grande como la cifra que se alcanzó el día de hoy en el país debido a la pandemia del coronavirus, en donde se ha llegado a 100 mil cuatro defunciones como cifra calculable al existir un subregistro en donde la cifra aumenta por causas indirectas o no captadas en el registro que se ha vuelto amenazante. Según estadísticas que se deprenden de las actas de defunción de quienes enfermaron de COVID 19 y fallecieron , la mayoría tienen mayor de cuarenta años, es un número mayor de hombres que de mujeres aunque la cifra femenina aumenta cada vez más, pero es distintivo que la mayoría de los contagiados tienen una escolaridad no mayor a la secundaria. Es claro que el riesgo aumenta en aquellos que desestiman el uso del cubrebocas, pero también de aquellos que lo supervaloran. Más de los pacientes que fallecen por coronavirus, lo hacen en hospitales públicos que aquellos que tuvieron atención en centros hospitalarios privados. Aunque al principio las pruebas de detección de coronavirus pudieron llegar a ser inútiles, ahora resultan fundamentales, no solamente para evitar contagios y atender oportunamente a la enfermedad que puede presentar síntomas o no; sino que también en caso de otra emergencia clínica, la prueba con resultado de negativo, puede impedir que por procedimiento técnico, quien padece una enfermedad parecida al COVID19, sea ingresada como sí la tuviera y poderse contagiar al ser anexado junto a pacientes que sí la tienen. México entra dentro de la lista mundial con mayores casos de coronavirus y de mayor mortalidad por la pandemia, al igual que otros países que sin importar su nivel económico, o su tendencia política o su efectividad hospitalaria y de gobierno, también viven un momento trágico e incontenible, como lo fue China, como lo es Estados Unidos de América, Brasil y países del primer mundo de Europa. Sin embargo, la actual pandemia tiene tintes -aunque lo sea o no-, de haber sido una situación provocada desde un laboratorio siniestro, pero resulta indiscutible que nuestro país está perdiendo la batalla de lo que para mi concepto, es la Segunda Guerra Mundial Vírica, que es de mayor rapidez y de mayor número en su fatalidad de lo que fue la primera, con el virus del síndrome de inmunodeficiencia adquirida y su etapa de infección de VIH. Más en www.somoselespectador.blogspot.com
