Su secretario de seguridad pública le mostró al nuevo presidente de México que le entregan un cementerio y el secretario de la defensa le explica que no hay policía en el país. La política determinante de militarizar a México, se basó en descuidar la policía al grado de casi desaparecerla y dejar toda la responsabilidad al ejército mexicano, en una maniobra entre el actual presidente y el secretario de la Defensa. Ahora López Obrador quien va a regresar a la formación de la Secretaría de Seguridad Pública y que había prometido regresar al ejército a los cuarteles; ha tenido que dar su primera acción de reversa de sus planteamientos de campaña, aún sin estar en la silla presidencial, al señalar que los soldados seguirán encargados de la seguridad interna del país contra la delincuencia, ya que ante la ausencia de estrategias y recursos policíacos, sería una irresponsabilidad mandarlos a esta lucha. Por lo que el ejército seguirá atacando a los delincuentes. El reto para López Obrador será restituir cuanto antes a los cuerpos de policía y el adiestramiento necesario, para que vuelvan a ser los policías quienes persigan a los delincuentes y que vuelvan los soldados al cuartel a sus labores prioritarias; situación que consideramos difícil ante una maniobra bien planeada porque así no suceda, por parte de los interesados de que la militarización del continente sea efectiva.