Ahí estaba el generalote Salvador Cienfuegos quien no respetó a una institución tan honorable como el ejército Mexicano, con su conducta nociva y una lista interminable de violación a los derechos humanos, y de errores y estrategias que nunca antes había presentado el ejército mexicano. López Obrador fue el único candidato con la honestidad y agallas para denunciarlo y mostrar su incapacidad para perseguir delincuentes en zonas pobladas, violando derechos humanos y humanitarios. Ahora Cienfuegos ahí estaba, bombardeando su propio orgullo frente al nuevo Presidente, Andrés Manuel López Obrador, quien echará atrás el intento de militarizar al país, y quien sin decirlo, parecía recordar esas palabras pronunciadas en contra de su abuso y la respuestas basadas en la politiquería y no en la responsabilidad militar por parte del secretario de la Defensa.. Ahora el presidente electo ha propuesto que sean los propios militares quienes elijan a su nuevo secretario, y ha quitado aquel chaleco antibalas de los que se decían intocables para violar la ley y abusar de las instituciones para su protagonismo.