Cuando se pensaba en la desaparición del Partido Revolucionario Institucional ante la derrota más dolorosa de su historia, al perder la presidencia de la República en el 2000 con su candidato Roberto Madrazo Pintado, pocos creían que no sería aquella la peor derrota partidista, sin imaginar que vendría otra más contundente, que es está, de las pasadas elecciones presidenciales con Jose Antonio Meade Kuribreña. La primera se trató de una alternancia pactada desde Washington, mientras que está fue una derrota merecida ante la repugnancia colectiva, en donde ya no corrieron riesgos las fuerzas extranjeras de un tercer fraude consecutivo en contra del hombre de la izquerda, Andrés Manuel López Obrador, cuya fuerza aumento entre traiciones y trampas en el camino, en vez de disminuir. El PRI sin credibilidad ni solvencia para ser el nuevo vigilante de la democracia mexicana, ni con la capacidad moral de evitar la corrupción o el fraude, ahora lucharán desde una trinchera no de oposición sino de resistencia para no abandonar el poder, por lo que está a la vista su reestructuración, respetando sus bases de corruptelas que también intervinieron en la caída fusionada del PRD y del PAN. Paradójicamente su enemigo a vencer reencarna nuevamente en la persona de Andrés Manuel López Obrador como en 1999 como candidato, en el 2000 con su crecimiento como gobernante, en el 2006 como ganador de las elecciones presidenciales no reconocidas, y como en el 2012 en donde alcanzó sin beneficios de poder, la altura de su publicitado " tren bala", Enrique Peña Nieto y como ahora en el 2018 adquirió toda la potencia como un candidato izquierdista incontenible, hasta llegar a arrebatar la banda presidencial. El PRI tendrá ahora que pedir su apoyo, a los jóvenes corrompidos, a los ancianos que tuvieron que hacerlo y a sus actuales gobiernos que tienen la amenaza de también caer. El PRI no tiene fuerza en el legislativo, cayeron a ser un partido de menor grado de "Encuentro Social" que fue su creación o que el PT. Ahora el plan de guerra será invitar a morenistas al ejercicio de la traición y pedir el armamento necesario a los empresarios deshonestos para descarrilar el carro completo y el movimiento social y político que se está formando, gracias a la euforia AMLover, producto deuna Luna de Miel y de una lucha perseverante.