Después del eclipse lunar de sangre más largo del siglo que ocurrió el día de ayer y que pudo ser apreciado en diferentes países, pero no en México; hoy el amanecer capitalino parecía tener otro color, al regalarnos tonos rojizos mezclados con amarillos claros, y después una mañana poco contaminada con la estampa de los volcanes. La naturaleza nos demanda mirar más hacia el cielo y no perder la capacidad de asombro tal cual, no nos dejamos de asombrar de nuestras problemáticas por sencillas que parezcan y nos perdemos en el sorprendente regalo de la naturaleza, mismo que lo vemos como un marco desapercibido por cotidiano. imágenes de cortesía. Más en
