ALGUIEN TIENE QUE DECIRLO.-El cambio político que vive nuestro país ha sido a base del presidencialismo, encabezado por Andrés Manuel López Obrador quien rompió cifras récord de votos y de apoyo ciudadano, con lo que se llegó a concretar, un fenómeno social que mostró sus primeros destellos, en la protesta en contra de su desafuero y en la inconformidad por el fraude en favor del impositor de Felipe Calderón. Ni el cardenismo apagado rápidamente por el control salinista, ni la primera marcha del 2008 en contra de la inseguridad, habían tenido un apoyo ciudadano tan rotundo como la victoria lópezobradorista en las urnas para obtener la presidencia de la república en el pasado 2018. Sin embargo el apoyo ciudadano no quiere decir participación ciudadana o formación de células ciudadanas organizadas, que surgen ante una necesidad apremiante, aunque de una manera espontánea pero consciente, situación de la cual no se tiene registro en la historia de nuestro país, ni en la llamada revolución mexicana que fue un estallido social ni en la propia independencia, que se logró por medio del levantamientos entre los verdugos de América contra la Corona. El sindicalismo y la supuesta Sociedad civil, han servido de controladores masivos con líderes manipuladores, estafadores y extorsionadores, que dicen buscar el bienestar laboral, social, familiar y económico de los ciudadanos y que un pueblo retrograda educacionalmente, los recoge por comodidad participativa delegante, aún sabiendo que sus líderes y organizaciones en contra del secuestro, de la delincuencia, a favor de las mujeres y sus derechos, o por el rescate de la participación ciudadana, o por otras causas que se disfrazan de querer ser recuperadas, las hagan sus estafadores bajo su consentimiento comodino, antes que tomarse la molestia de hacerlas por propio riesgo y cuenta. Ante la deteriorada figura política sembrada por una cultura priísta, presidencialista y ahora abusadora empresariada, la figura del político fue devaluada a tal grado que las mantas de propaganda electorera anteponen el nombre del candidato ante el nombre de la supuesta plataforma partidista que lo apoya, por lo que políticos enmascarados, se dicen no ser políticos sino ciudadanos, cuando su fin radica en saquear al país y mantenerse a la disposición del imperio amafiado empresarial que educa con la idea de que su bienestar económico es la única salida, para que México también lo tenga. La idea del político perfumado, protegido por elementos de seguridad y con un autómovil rodeado por escoltas, que es una imagen que se aleja de la figura del servidor público y del mandatario por la figura del saqueador público y mandante, resulta la meta aspiracional ilegitima, de aquellos inexpertos en política, que han aceptado ser candidatos a un cargo público cuando -en su perra vida-, han abierto un libro de ciencia política o tienen idea de la ética y la honestidad, pero que ahora señalan tener que reaccionar para el rescate de México, y aceptar la lucha desde un partido político, supuestamente, sacrificando su vida cotidiana y de "decencia", con tal de derrocar a un gobierno dictatorial como el que ahora dicen vivimos, bajo la presidencia de Andrés Manuel López Obrador. La conducta de estos candidatos supuestamente ciudadanos puros , nos viene a ilustrar que un corrupto como Peña, Fox, Salinas, Calderón, López Portillo y así hasta antes de Miguel Alemán; no son producto de una invasión extraterrestre sino de la podredumbre educacional, religiosa y ética que se nos ha inculcado, mediante valores distorsionados y aspiraciones que solamente compra el dinero. Repugnantes son los que han aceptado vender sus almas por los billetes que se llevarán en su campaña política, en donde muchos ni si quiera tienen la aspiración de ganar sino de simplemente cobrar repartos de campaña y tener un ingreso chambista en el nuevo partido; aunque muchos ya conocían su calidad moral digna de mal ejemplo. Pero mucho más denigrantes son, los que ahora los apoyan en su campaña política para cazar sus migajas o aquellos que aunque sea por ignorancia, voten por ellos, cuando el destino de México aunque ahora está a la deriva, llegará irremediablemente al día, en que tenga la calidad de ciudadanos que pueda reflejarse en la calidad de candidatos y de gobernantes.