Faltan unas horas para que termine la peor administración de
la historia de la Ciudad de México, aún contando su época de regencias, y nos
referimos al gobierno de Migel Angel Mancera quien llegó como oportunista al PRD -sin ser perredista- y obtener la jefatura capitalina,
aprovechando la imagen de Andrés Manuel López Obrador y de promesas de campaña defraudadoras, como
el señalar que no subiría el metro y al momento de tomar posesión de su cargo,
inmediatamente subirlo. Para hace unos meses señalar que este año no lo
subiría, para cumplir sus promesas cuando ya lo había subido a cifras récord y
no aprovechadas en el servicio. Ahora no
termina su gestión para poder realizar su ambición de llegar al Senado como oportunista del PAN –sin ser panista- y
como regalo de Acción Nacional por haber declinado a su candidatura
Presidencial para que Anaya fuera el
candidato. Fracasada su aspiración presidencial, ahora pretende el Senado por
la vía plurinominal del PAN y con la repulsa popular a cuestas que le reclama
el tiradero que tiene en la Ciudad de México, la cual gobierna bajo el cobijo
del PRD, Miguel Ángel Mancera está dispuesto a renunciar en horas a la Jefatura
de Gobierno para lo cual , dice, "enfocarse en la construcción de un
gobierno de coalición”.Por una curul, Mancera Espinosa romperá con su costumbre, otra promesa que hizo a los
capitalinos el pasado 9 de diciembre: "Mi lugar está aquí, encabezando las
tareas de reconstrucción de mi querida ciudad, sirviéndole a mi gente. Me quedo para cumplir con la consolidación de
una ciudad que dará muestra de cómo se recupera de sus heridas día a día”.Así,
el aún jefe de Gobierno operó una gestión "sin militancia partidista (no
está afiliado al PRD)”, marcada por la indefinición e improvisaciones. Tampoco
supo capitalizar el 63.5% de la votación que obtuvo en 2012 (la más alta para
un jefe de Gobierno); por el contrario, dilapidó su popularidad: en julio de
2017, según una encuesta de Reforma, la cifra se revirtió a 64% de
desaprobación.En ese lapso, la Ciudad de México alcanzó graves índices de
inseguridad, corrupción, opacidad, impunidad y casos de represión, calamidades
que contribuyeron al desencanto hacia el PRD, abriéndole las puertas al partido
Morena para que ponga fin a la hegemonía perredista el 1 de julio. Mancera por lo pronto quiere aparecer en las obras incompletas, mal hechas e innecesarias que programó para sus últimos días como jefe capitalino y dejará a un títere que lo sustituya en su silla de mandato, por lo que será
hasta fines de este año, que de no ganar la fórmula perrepanista, se pueda
notar un revés al cáncer que sufre la
Ciudad de México como producto de la corrupción mancerista.