jueves, 15 de febrero de 2018

LE LLUEVE AL PRESIDENTE PEÑA









A más de 1.4 millones de mexicanos, no les alcanza ni siquiera el producto de su trabajo para adquirir una canasta básica, es decir ni aún trabajando salen de la extrema pobreza  por lo que después de sus actividades laborales tienen que acudir a sitios como la Central de Abastos para recoger sobrantes de frutas o alimentos. Las personas en situación de pobreza extrema disponen de un ingreso tan bajo que, aún si sólo lo dedicase a adquirir alimentos, no podría adquirir los nutrientes necesarios para tener una vida sana. Aunque el Presidente Peña Nieto aseguró en su pasado y penúltimo informe de gobierno que  la pobreza extrema, terminará en nuestro país en menos de una década, si continuamos  con su plan económico; las cifras dicen todo lo contrario, ya que la alerta económica ya no es la pobreza de los mexicanos –de la cual ya mejor ni hablamos- sino  la amenaza de la pobreza extrema. Sin embargo el Ejecutivo Federal tapa dichas cifras, justificando que aumenta el número de riqueza entre los que ya son millonarios y en la creación de empleos, que son mal pagados y temporales, por lo que para lo único que sirven son para las estadísticas. En un sexenio desastroso para Peña con dos millones de nuevos pobres y colocando a México como  el país de Latinoamérica incapaz de revertir su pobreza, el Presidente todavía se enoja de quienes informan lo contrario de sus discursos, y se escuda con las “reformas Estructurales” que en nada han servido para los mexicanos pobres a quienes se les prometió beneficios tras haber vendido los recursos naturales de su país a manos extranjeras. La lluvia arrecía en este sexenio, pero no es una lluvia sana de las que muchos disfrutamos al mojarnos o como aquella a la que nos invitaba Jorge Luis Borges a permitirnos disfrutar sin paraguas; sino lo que tenemos enfrente es un  torrencial económico, como consecuencia del modelo neoliberalista que está comprobado que en México está agotado y sin efectividad. Setenta y cinco  millones de personas en América Latina y el Caribe aún viven en pobreza extrema, la mitad de ellas son ciudadanos de Brasil y México. Mientras que en la realidad, el gobierno mexicano tiene serios motivos para estar preocupado, su jefe del ejecutivo federal  se irrita por “los amargados”  que no se concretan a sus discursos y a los  mensajes de comunicación social que sus dependencias emiten.