La doctrina y sistema neoliberalista no solamente es una estrategia económica,
también es una manera de exterminio cultural con la excusa de la modernidad. No
solamente destruye las uniones comunitarias, la familia, el sindicalismo, los
movimientos espontáneos de los ciudadanos, la ayuda vecinal y otras reuniones humanas sino que también corrompe los grupos
establecidos y marca conductas sociopolíticoeconómicas
para que se pierdan los arraigos y
permanezca el valor económico, al convertir al individuo en una ficha de registro como consumidor. La música tradicional mexicana
no es la excepción de dicho exterminio, mismo que trata de ser consumado ante su anulación en la radio y en la televisión, pero cuya raíces están tan arraigadas, que los
convencidos de sujetarse a otro género musical, acaban escuchando Mariachi. Sin
embargo los músicos y cantantes como nuevos valores de la música
de mariachi, terminan grabando covers y sin acceso a a los medios de comunicación convencionales y se mantienen refugiados en producciones independientes de medianía calidad y al
amparo de los medios alternativos que no tienen el compromiso comercial de
servir a los grandes patrocinadores que siguen de buena gana el régimen neoliberalista.
La música es un instrumento eficaz para la transmisión de valores que
engrandecen al ser humano y a su lugar de origen, pero también es un
poderoso instrumento que puede ser convertido fácilmente, en mecanismo de deformación,
sobre todo si se engancha a la maquinaria publicitaria que rige el mercado y
que junto con los medios de comunicación y políticas de Estado, se vuelve un producto para ser consumido sin convicción de rechazo sino de aceptación,
al grado de que lo que nos gusta se nos impone sin saber que ha sido impuesto y
provoca una resistencia invertida, es decir se defiende lo que no nos gusta o
no forma parte de nuestros orígenes
ni de nuestra búsqueda espiritual. Ante
la llegada de un nuevo régimen de gobierno
para México, existen esas resistencias conscientes e inconscientes, que fueron implantadas por el priísmo y posteriormente con el pacto
panista, y que fueron tomando forma desde fines del 1982, y se concretaron con el padre del
neoliberalismo mexicano, Carlos Salinas de Gortari. Para ello se emplearon todo
tipo de estrategias, en donde la música tradicional resultaba una mercancía de estorbo, al
estar llena de escrúpulos y con universo de valores que tenían que ser sustituidos por los de “ la gran familia mexicana manipulada” que
se maman de la televisión y ahora de las infames y falsas redes sociales. El
siquismo colectivo basado en la apolítica,
la frivolidad y la compra, se ha ido
transmitiendo pronto en las nuevas generaciones que van formando una nueva
cultura, que ya de por si, venía heredada de el consumismo que se les había implantado
a sus padres, pero no con la ferocidad del neoliberalismo, -que también ha
sometido a nuestra música tradicional mexicana-. Ahora que la izquierda tiene la presidencia
del país, (aunque yo sigo creyendo que no es la izquierda sino un solo hombre)-;
la transformación del país debe estar
basada en dar marcha atrás al modelo económico que nos oprime, pero de igual
forma, al sistema educativo actual, que tiene objetivos subterráneos y perversos, por loq ue se debe realizar el
rescate de nuestra cultura de origen, en donde se incluya a nuestra música. Es
el mariachi quien describe las relaciones de manera directa, humana y
valiosa y en donde no se engrandece el
uso del celular o de la computadora, que son herramientas de trabajo y de comunicación
inmediata y urgente a distancia, pero que no son, elementos de cercanía intelectual y amorosa, como lo pretende implantar la estrategia globalizada del neoliberalismo, por lo que se han impuesto nuevas alternativas en contra de nuestras raíces y de nuestra grandeza como país.