Dónde quedó el PAN de las reconciliaciones y de la política de alzada que señalaba con el dedo a López Obrador por no usar la hipócrita diplomacia. El presidente del partido Ricardo Anaya parece un verdadero perro por conseguir la presidencia de la República para su partido pero no para bien de México sino para el bienestar de su clan político, por lo que se disfraza como un defensor aguerrido. Anaya exagera la reunión de Peña con Trump y quiere llamar la atención invitando a Hillary Clinton al legislativo, que eso sí sería empeorar las cosas al dar el mensaje que el Presidente apoya a trump y los legisladores a Hillary. De ser un hombre de buena voluntad, Anaya hubiera solicitado al ejecutivo federal quien ha manifestado haber invitado a la candidata por la presidencia de los Estados Unidos, a que un grupo de legisladores estuvieran presentes, sin embargo la invitación la hacen por su riesgo y cuenta para exhibir al presidente sin importar perjudicar al país en su imagen diplomática, cuya actitud es peor vista que cualquier omisión que hubiera podido haber tenido Enrique Peña en su entrevista con Donald Trump. Tal actitud nos molesta pero no nos extraña porque sabemos que los presidentes panistas fueron expertos en destrozar la imagen de nuestro país a nivel internacional, pues quien puede olvidar los ridículos de Fox, el comes y te vas y la campaña de calderón donde decía que el presidente de Venezuela y López Obrador eran seres peligrosos. Y menos nos sorprende la actitud valemadres de Anaya quien con su actitud aferrada de poder no solamente daña a su partido, que ese si nos importa madres, sino la imagen del país y se convierte en un practicante de una política, que sí resulta un peligro para México.