Los periodistas de los medios convencionales que presumen de premios, credenciales de
asociaciones y licenciaturas mal logradas o con titulaciones tardías, resultan
peores que los improvisados que también aparecen en los medios alternativos. El
hedor que se ha desatado en los
programas de lectores de notas del corazón y opinadores que se dicen
comentaristas, podrían limitar la libertad de expresión periodística al dejar antecedentes en resoluciones
judiciales, derivadas de sus conductas nefastas como comunicadores que se traduzcan
en criterios de resoluciones jurisprudenciales que puedan sustentarse en tesis o en jurispridencias, como resulta la
suspensión definitiva en el amparo concedido a la actriz Gabriela Spanic que la
protege sobre un mal fallo judicial pero que impide que el elaborador de notas indiscretas, Gustavo
Adolfo Infante pueda atacarla con comentarios sobre su persona, y que siendo un
miserable comunicador de televisión, resulta de los mejores que aparecen en pantalla
para que nos demos una idea del panorama informativo que viven los medios
electrónicos, que van desde el golpeteo mediático al progresismo
presidencialista hasta la difamación y la violación a la Constitución política
mediante un micrófono. Somoselespectador en uno de sus espacios informativos,
señalaba el 2 de febrero de este año, que la supuesta información brindada por
Gustavo Adolfo Infante al señalar que había obtenido una victoria judicial
sobre Gaby Spanic por resolución de una sala Civil, misma que quería manipular
como ejecutable, realmente no era definitiva al existir otros recursos para
modificarla, y que el anuncio podía tratarse de un engaño en la información, independientemente
de las violaciones éticas derivadas del conflicto de interés. Y finalmente así
ocurrió, al informar Spanic que ha obtenido la protección federal definitiva en
un Amparo sobre la resolución de segunda instancia. Sin embargo se sigue sin
informar de una manera veraz sobre la verdadera situación de este litigio, pero
el fondo del asunto, es realmente el deteriorado ejercicio periodístico de
quienes viven de este quehacer, de las cadenas informativas que emplean a su
conveniencia a informadores que por impreparados también pueden ser manipulados
y utilizados a conveniencia, así como el
grave perjuicio que tales situaciones pueden traer a quien tiene derecho a ser
informado y al periodismo mismo, que es el parámetro de la democracia y la
preparación de un país. El bajo nivel de muchos informadores, es lo que
irremediablemente les hace parecerse mucho a Gustavo Adolfo Infante o a
pregonar su frase “Todos somos Loret”, misma que los identifica y los describe
de los pies a cabeza.