A los perfeccionistas en los términos tecnócratas, no les gustó nada, que el Presidente electo Andrés Manuel López Obrador haya señalado que México se encontraba en "bancarrota" cuando en cuestión finaciera se dice que un país está en bancarrota cuando se encuentra imposibilitado a enfrentar el pago de sus deudas, por lo que se le rectificó hasta el cansancio y de todas formas posibles, que México de lo único que sufre es en una deuda y poco crecimiento económico. Los detractores sin embargo, no alzaron la voz ni defendieron las expresiones lingüísticas, cuando el equipo lopezobradorista señaló que los gobiernos neoliberales, le hacen entrega de un país que es un cementerio; cuando cementerio es un lugar destinado para dar digna sepultura; siendo que el país más que un cementerio, es una zona de exterminio y estrangulamiento humano, en donde se asesina por terrorismo y se ocultan cadáveres sin consideración alguna. Por lo que si a semántica se refiere, entonces tendríamos que dejar en claro, palabras como Estado de Derecho por Estado fallido; Delincuencia Organizada por Terrorismo Especializado; Partidos de oposición por partidos de resistencia de poder; Esfera Empresarial por Grupo Aplastante de dominio cultural y sometimiento socioeconómico; y en vez de decir cuarta transformación del país o concreción de la democracia representativa, definir este momento político, como Negociación electoral para el intento de reconstrucción de Estado y productividad nacional, con el fin de evitar daños mayores a un país financieramente y socialmente en pedazos.