A días del recuerdo del 2 de octubre de 1968, es imposible dejar de recapilar las tragedías más grandes que ha vivido la capital de la República,
entre las que se encuentran, dicha matanza en la Unidad Tlatelolco, pero
también, los terremostos de 1985 y 2017, y por supuesto, también debemos
mencionar el sangriento gobierno de Miguel Angel Mancera, que aumentó la
delincuencia, violó los programas sociales, vendió a la Ciudad para negocio de
particulares y encontró en su cargo de gobierno, la mejor manera para convertirse
en empresario inmobiliario, así como un operador en contra de su adversarios
políticos. Mientras más escarbamos en el gobierno mancerista para tratar de
encontrar algo salvable en su gestión, más lodo y mierda encontramos. Tal es el
caso de la no atención de las víctimas
del terremoto del 19 de septiembre del año pasado y la politización de la
tragedia para acabar a la Jefe de Gobierno Electa, Claudia Sheinbaum, sin
conseguirlo, pero llevándose entre las patas a otros inocentes. Mancera, actual
senador de dedazo, tendrá el orgullo de haber destruido la paz social de los
capitalinos, retroceder a la ciudad por más de diez años, arruinar su
transporte público y sembrar nuevos carteles de la droga, a los cuales siempre
negó como negó que la CDMX, se había convertido en un punto crítico de
desaparecidos y feminicidios. Así como el 2 de octubre de 1968 no se olvida;
tampoco se debe olvidar aquel cinco de
diciembre del 2012 en donde un hombre se
hizo pasar como de izquierda y comprometido con la fórmula
lopezobradorista, para desarrollar un plan terrorífico.