La resolución tardía de la Suprema Corte de justicia de la Nación para descalificar a la Ley de seguridad interior, vigente pero no aplicada, no sirvió más que para sentenciar al ejército mexicano como una agrupación militarizada en ejercicio de la ilegalidad ante el ordenamiento de Enrique Peña de salir a las calles para realizar funciones policíacas inconstitucionales y anticonstitucionales. Una Institución que ha sido reconocida por sus labores heroicas de salvamento que cargaba con su pecado de la matanza del 68 y otros abusos a indígenas y de sus quehaceres militares, se han borrado al quedar pequeñas ante las nuevas y tantas violaciones a los derechos humanos, acciones inoperantes y lo peor a lo que puede llegar un ejército, a la violación de los derechos humanitarios, que no se explican en tiempo de guerra mucho menos en tiempos de paz. La complicidad callada de obedecer ordenes suicidas sin rebelarse con los excluyentes de responsabilidad militares y tolerar la desaparición de secretarías como la de seguridad pública para exterminar policías y no criminales; son manchas que hacen que ni los mismos militares quieran hablar frente y detrás de nuestras cámaras de esta vergüenza militar -cuando los hemos buscado-, y en donde el ejército ya no es capaz, ni siquiera de detener a las caravanas migratorias que invaden nuestras fronteras, para convertirse en edécanes vestidos de verde. Difícilmente aquel que tiene la verdadera vocación militar entraría al actual ejército sin vomitarse, ante un ejército que de ser una institución protectora se ha convertido en una agrupación peligrosa y enemiga de sus propios mártires. Aunque los abusos militares no son nuevos en nuestro país, y que junto a la Virgen de Guadalupe y a la figura presidencial eran esferas intocables; también gozaban del agradecimiento del pueblo que ahora los soporta como un mal necesario. El próximo presidente de México quien fue de las pocas voces que denunciaban los atracos militares, ahora será el jefe Supremo de las Fuerzas armadas por lo que ha rescatado de la constitución, la figura de la GUARDIA NACIONAL, en donde ante el desmantelamiento policíaco no podrá sacar al ejército de las acciones de protección pública pero abrirá un rubro para que actúe una policía militar que solamente será una parte de las fuerzas armadas y cuyas estrategias serán distintas a las del ejército, y que serán adecuadas a la legalidad; en tanto se recupera nuevamente la estructura de la Secretaría de Seguridad pública que Peña había desaparecido, como una clara complicidad criminal, sin que parezca vaya a ser encarcelado por ello. Por primera vez, el jefe supremo de las fuerzas armadas presenta un plan de paz y no de guerra y reconoce el mal accionar del ejército sin doble moral, y ha advertido la investigación del mismo por sus violaciones. "El investigar a las Instituciones y castigar a aquellos que tengan culpabilidad, no las debilita, por el contrario, las fortalece" ha sido su sentencia. Y agregó: "Es hora de asumir responsabilidades; si un país está mal, no es culpa de nadie más, que de su Presidente".Aunque la intención primera, era retirar al ejército de las calles, la acción por el momento no será posible ante la negligencia policíaca tan grande que ha traído efectos mayores, por orden de quien ya debe ser considerado un traidor al ejército y a la patria, que se llama Enrique Peña Nieto y que sin embargo aún le guarda honores una institución que por su obra, sola se denigra.