lunes, 5 de noviembre de 2018

LES DUELE HABLAR DE TELEVISION
















Dicen que no saben sobre el tema, y aunque por el nivel formativo de  los conductores  y directores de televisión, no lo ponemos en tela  de duda, ya que  muchos de ellos no saben la diferencia entre transmisión nacional y federal, ni tienen capacidad para  opinar sobre la competencia  y la variedad de contenidos en la televisión, aunque para otros, también les  resulta más fácil evadir hablar del tema.  Y es que la televisión mexicana tiene disfraces de competitividad, pero en realidad todas las cadenas atienden al mismo patrón de contenidos, en armonía a la oligarquía, en donde los medios informativos están en manos  de un grupo de privilegiados que evita la llegada de otros  y quienes utilizan el bien público como medio de acondicionamiento social en favor de su brutal mercado que hace añicos a la selección libre del consumidor, y dan funcionalidad a un sistema de dominio de masas. Ahora que el próximo Presidente de la Nación, Andrés Manuel López Obrador,  ha llegado a la presidencia,  sin apoyo de la industria de la noticia y el entretenimiento, sino a pesar de ella, por lo que con la experiencia vivida de un cerco informativo y de manipulación,  tendrá que desarmar  el uso de los medios para atacar a adversarios y a todo aquello que ponga en peligro, los intereses comerciales de los concesionarios  que no coinciden con los intereses educativos y culturales de la nación. Es importante que se respete a los empresarios  al igual que a la ley, que  en su carta magna prohíbe los monopolios, ya que esa figura comercial si es ilegal y no alegal como lo es la consulta popular. Las empresas TV AZTECA y TELEVISA quienes tienen el mayor número de canales deben entregar las frecuencias 9 y 40 para dar paso a una nueva cadena de televisión, independientemente  de las irregularidades con que fue creado y se ha desarrollado el canal 40.  Deben existir concursos de licitud transparentes y no acciones ventajistas como lo son, el uso de transmisiones  de un mismo canal en diferentes vías como si se tratara de otro canal, ni consentir,  la presencia repentina de empresas como "Multimedios" en televisión abierta, sin información transparente del procedimiento para su aparición.  Es necesario,  que como  se ha logrado contar con canales  al mando de gobiernos locales e instituciones educativas o  frecuencias, a disposición del poder judicial o el poder legislativo; también se recupere un canal  comandado por el ejecutivo federal,  pero que no sea como aquel corrompido y aburrido Canal 13, sino que deberá ser un canal competitivo en donde la cultura y la opción alternativa sea parte del entretenimiento. Un canal con una propuesta de avanzada educativa y cultural que confronte a  los valores impuestos por la televisión comercial. La estrategia manipuladora y  el plan enajenante hacen que los programas de chismes, de expositores de la salud lucrativa, de cocineros  sin ninguna intención de realizar una propuesta formativa, de cronistas deportivos con intenciones de procurar el fanatismo y de lectores de noticias con medias verdades; sirvan de instrumentos para fomentar a un televidente flojo, apolítico,  desinformado y que realiza sus sueños y deseos más ocultos por medio de la pantalla esclavizante y cómplice de las redes sociales. En consecuencia, no existe una propuesta televisiva que quiera ser patrocinada o sostenida por el gobierno, en donde  tenga  cabida el periodismo de fondo, la exposición del pensamiento, las diferentes facetas y modalidades del arte y la filosofía individualista. Las juntas entre ejecutivos como Azcárraga Jean, Alfonso de Agoitia, Bernardo Gómez o Ricardo Salinas Pliego con Benjamín Salinas Sada, son nulas para analizar y eliminar contenidos chatarras que están vigentes  y cuya omisión tratan de ocultar con supuestas obras de caridad. Por su parte, los comunicadores mediocres, tienen la suerte de tener una actividad informativa en un País abandonado de la educación y de la exigencia de calidad, por lo que se dan el lujo de no hablar de temas trascendentales para los medios de comunicación, o simplemente  presumen de desconocerlos, aún  cuando ocupan  una dirección en su canal.