Peña Nieto hereda un reciente problema social e
internacional a la administración lópezobradorista, un problema que hace unos
meses no estaba agudizado, como es la presencia de migrantes centroamericanos en
territorio nacional que buscan colarse a
los estados Unidos y que se les permitió de manera ilegal establecerse en
territorio mexicano y hasta apapachados, más allá de los derechos humanitarios.
Aunque también hay quienes señalan que la introducción de ilegales a territorio
mexicano para después confrontar las fronteras de los Estados Unidos, ha sido
una estrategia política entre el gobierno saliente y entrante de México con el
gobierno de Donald Trump para justificar la construcción de una muralla
fronteriza que parezca una solución necesaria y dedicada más a los
migrantes del sur de México que a los
mexicanos como parecía ser en un principio, lo cierto es que un traslado humano
promovido por los gobiernos de Centroamérica, no es una situación fácil de
controlar y menos si en tierra mexicana se les promete empleo y recursos para
estacionarse mejor en México y no en los Estados Unidos. Un problema puede
iniciarse de manera intencionada pero no resulta igual de calculador cuando se
pretende terminar con el mismo. Sin embargo la situación se tornaría más
facilitadora con el régimen priísta corrupto, en donde les resultaba costumbre
prometer y no hacer. Pero la situación se complica, cuando México se perfila a
un cambio de régimen, que recién estrenado, ya podría ser manchado ante una
expulsión migratoria lejos del sitio fronterizo inicial de donde tuvo que
ser expulsada y que fue consentida.