Ni Echeverria quien pretendía una dictadura abierta, ni López Portillo forjador del arraigo corruptivo del gobierno, ni Salinas de Gortari vendedor del patrimonio nacional han sido tan ambiciosamente irresponsables y entreguistas como Felipe Calderón quien al llegar a la presidencia del país de una manera ilegitima y fraudulenta rompió la paz social como trueque para poner sus asentaderas en la silla del poder como ahora pretende las ponga su señora esposa. el sexenio calderonista no solamente castró la democracia del país sino que marcó un antes y un después en la mediana tranquilidad nacional al dar el primer gran paso para la militarización y puerta abierta a los grupos de poder espejos al Estado en su composición para la descomposición de éste y así un resultado de desaparecidos, asesinatos, descomposición social, desvanecimiento de gobierno, aumento del crimen organizado de nueva generación, ausencia de legalidad, inoperabilidad de las instituciones y mandos clandestinos que se presentan con características y factores agresivamente graves, que se agregan a la desigualdad social, crisis económica y enajenación colectiva en agravio del patrimonio cultural y del desarrollo educativo; así como la ruptura del orden jurídico y la imposición imperial de modelos económicos y jurídicos con la disposición de la invasión a la seguridad y al patrimonio nacional e ideológico en fomento a la pobreza y a la crisis social.