Con las relaciones bilaterales en el punto más frío de los últimos años, Moscú se prepara a recibir al presidente de Estados Unidos el jueves en la reunión del G-20 en San Petersburgo, la primera bajo presidencia rusa.
Será una ocasión de oro para poner en el banquillo a Obama luego del aislamiento internacional en que este se encuentra frente a la decisión de atacar al régimen sirio incluso sin el consenso de la ONU, por el supuesto uso de armas químicas, con la inesperada defección de Gran Bretaña.
Analistas lo consideran un escenario único para que Putin se tome alguna revancha, luego de que Obama anulara la reunión bilateral con el mandatario ruso en Moscú por el caso de Edward Snowden, el exespía estadounidense que reveló datos de inteligencia y obtuvo asilo político en Rusia.
Hace menos de tres meses, durante la reunión del G8 en Irlanda, Putin estuvo aislado por su apoyo al presidente sirio y Obama se permitía compararlo con un "niño aburrido en el fondo de la clase" por su actitud desganada durante las tratativas. Ahora Putin puede ironizar dirigiéndose a Obama como un "laureado con el Premio Nobel de la Paz", que quiere hacer la guerra sin pruebas e ignorando las posibles consecuencias sobre civiles.
La cumbre del G-20 se realizará en el histórico Palacio de Constantino, en San Petersburgo, mientras los jefes de Estado se alojarán en lujosas "dachas" frente al Golfo de Finlandia. Sin embargo, Obama analiza elegir un hotel para evitar a Putin, una señal del distanciamiento entre ambos.
Pese a la situación, los presidentes de las dos cámaras del Parlamento ruso propusieron ayer un diálogo sobre Siria entre parlamentarios de ambos países, incluso enviando una delegación a Washington. El Congreso estadounidense debe debatir un eventual ataque a Siria, pero hasta el 9 de septiembre se encuentra en receso.