lunes, 24 de abril de 2017

EJECUTOR DE LIBROS





















Es conocida aquella sentencia de que el pueblo tiene al gobierno que se merece, aunque muchos sean resistentes a su aceptación. Así a lo largo de los periodos presidenciales mexicanos  los mandatarios han tenido ciertas diferencias con los libros. López Portillo forjador de la corrupción gubernamental, ordenó el aumento de ejemplares de los libros escritos por su Padre José López Portillo y Rojas y por otro lado apoyó al subcine. Presumido de ser hombre de letras y abogado; el priísta no dudó en violar sistemáticamente la ley mexicana. Otros episodios vergonzosos entre el libro y el presidente fueron los ejemplares de texto en donde Ernesto Zedillo como secretario de Educación tuvo que destruir después de una considerable inversión y cuyo arrepentimiento editorial, después lo ocultó al llegar a la Presidencia. Después llegó Fox, que con una avanzada edad y como Titular del ejecutivo fue cuando pudo titularse de sus estudios universitarios y quien aconsejó a los mexicanos no contaminarse de la cruda realidad leyendo periódicos y libros. Posteriormente inauguró una magna biblioteca pero que no contaba con libros. Y así, hasta llegar al sexenio actual en donde el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño fue corregido por un escolar que le advirtió que leer no se pronunciaba como “ler”, mientras que el Presidente Peña Nieto carga con aquella pregunta que le realizaron de los libros que habían marcado su vida sin poder señalar sus títulos y posteriormente por haber sido exhibido por una periodista de investigación, que mostró que Peña había plagiado su tesis Profesional.  Los Presidentes de México se han confundido en decir Borgues y Borges y también  en corromper y retrasar nuestro sistema educativo