Mutismo parecen haber sufrido las veletas intelectuales que
festejaban la llegada de Biden como presidente de los estados Unidos y que
tanto se aterraban ante Trump por un muto que ni siquiera terminó de construir
y que tan alentado fue para su
edificación por el propio Biden. Quienes caían en pánico por la terminación del
muro en nuestra frontera norte ahora lo piden a gritos en la frontera sur, ante
el programa “Quédate en México”, implantado como un programa migratorio del gobierno mexicano, que adopta de manera voluntaria y con lo que inteligentemente, evita una
imposición basada en la fuerza imperial que tiene el control económico del
mundo y no solamente de México, en donde por medio de un esquema interventor, azota
a dóciles y a resistentes. Los pocos pero al fin privilegios que nuestro país
ha tenido al ser vecino y supuesto socio comercial de los Estados Unidos,
también tienen su precio y el ser un país tercer seguro, es la realidad
dominante, que lo saben hasta los propios admiradores y quienes idealizan al
norte del continente americano como el paraíso que Dios fundó en la tierra, el
oasis democrático, la misericordia de
vida y de civilización plena como parte de una evangelización comercial en
donde lo desechable se vuelve valioso. El subsecretario de Derechos Humanos,
Población y Migración de la Secretaría de Gobernación, Alejandro Encinas
Rodríguez, detalló la postura mexicana
para recibir a los migrantes que soliciten asilo en Estados Unidos, que parte de una “visión humanitaria” del
fenómeno migratorio en la región y justificó que la participación mexicana en
este esquema –conocido también como “Quédate en México” se adoptó en “pleno
ejercicio de su soberanía”, asumiendo que hay personas en movilidad que no
tienen condiciones para retornar a sus países por el riesgo que corren frente a
la violencia, la persecución política, la pobreza y la marginación. Por ello,
México asumió que podrán esperar en territorio nacional en lo que se desahogan
sus trámites de asilo en el país del norte, en lo que parece un abrazo de Santa
Claus para las masas desbordadas, diciéndole “ven a mi casa esta Navidad”, y
cuya medida “bideana”más que lópezobradorista, está lejos de ser una segunda
etapa del otorgamiento de visas humanitarias a los solicitantes de refugio en
Estados Unidos. Ya aunque el mutismo no aplica para aquellos que demandan a
gritos, que el Presidente de México actúe en favor del patio trasero de los Estados
Unidos con fuerza más que con diplomacia e inteligencia y sin bajarse los
chones como Fox, Calderón o Peña por
mencionar estos los últimos dieciocho años
o como hubiera deslizado sus prendas interiores Ricardo Anaya de haber llegado a la
Presidencia de México con el priprdpanismo, esos gritones manipulados, son los mismos que
piden se invada Cuba y Venezuela, por el
manipulador de las dosis anticovid.