ALGUIEN TIENE QUE DECIRLO.-Antes de la pandemia se analizaba la desaparición de los medios tradicionales, sobretodo del periódico que cada vez se calificaba de menos funcional ante la prensa tecnológica y las alternativas de comunicación certeras o no en el internet. Las queja constante de la radio y de la televisión sobre problemas de autoestima y la actividad digitalizada, parecían los santos óleos y la apertura a una nueva forma de vida. Ante la llegada de la pandemia mundial que acoge al mundo, fue en sus momentos más críticos por desconocidos que se presentaban, que la actividad humana de pronto tuvo un simulacro de lo que sería la vida sin informativos impresos, que no solamente ya no resultaban funcionales ante las estadísticas y casos de enfermos y muertos como reporte de cada minuto, sino incluso representaban un foco de contagio en el tocamiento del papel. Lo peor de la primera etapa de la pandemia ha pasado y parte del mundo ha salido a las calles con una forma de vida diferente, sin olvidar el gel antibacterial y la exigencia del cubrebocas y aveces hasta el olvido de la sana distancia, sin embargo en ese mar de cambios, ante las calles bañadas de una nueva normalidad, ahí estaba el más vulnerable de los medios informativos, fuerte como el papel después de la lluvia, ahí estaba retador al mundo y a su reloj, ahí estaba el informativo impreso como un aparato indestructible construido por héroes que enfrentan la modernidad con nostalgia aunque en un mundo de transacciones electrónicas y monedas digitales, se le señale de poco práctico y se le quiera arrumbar como a una máquina de escribir y alejar del receptor pensante cual libro. Ahí estaba el más viejo gigante de letras, motivando a los medios tradicionales de su postgeneración y conciliando con los invasores de ultima generación .Más en www.somoselespectador.blogspot.com