Aunque la mayoría de las personas que tienen una cita papal, consistente en saludarlo de mano al Papa en su pasar por el pasillo de la Basílica de San Pedro, y que dichas personas son también en su mayoría, de recursos altos, de relaciones públicas a conveniencia y de doble moral; también es cierto que implica para muchos otros, un gran sacrificio cumplir su fanático anhelo de estar cerca del Papa, aunque sea por unos instantes. Situación que debería ser tomada en cuenta por el Papa Francisco, quien en respuesta del jubilo imprudente de una creyente que jaló su brazo, le comenzó a dar de manotazos y brindarle su peor cara. Y es que, si bien es cierto, que el enojo es parte de cualquier ser humano, también lo es que personajes públicos, que tienen una responsabilidad ante cierto sector de la sociedad, deben estar preparados a base de disciplina, para controlar cualquier impulso de sus seguidores o de sus no seguidores, y más si quien no es capaz de controlar un arrebato, se dice soberbiamente, representante de Cristo en la tierra. Posteriormente a la pérdida de control que sufrió el Papa Francisco, en donde mostró su verdadera personalidad; no tuvo la humildad de pedir perdón como tanto lo demanda, ni de recibir a la persona agraviada de manera personal. lo único que dijo en su sermón, fue que "hasta el papa se equivoca". ¿no será que los equivocados son otros?.
