Mientras algunos comunicadores se disfrazan de perseguidos políticos de manera ridícula, otros sí lo son, debajo del reflector y otros lo son entre las candilejas. La fitología periodística se encuentra ante una nueva y variada clasificación y reclasificación de los comunicadores, ya que tenemos sembradíos de aquellos que defienden la conservación imperial, abusiva y corrupta y se mantienen a su servicio, aquellos otros que sirven de artillería para atacar a sus contrincantes y aquellos pocos que tienen la vocación periodística y la ejecutan en los espacios propios o en aquellos que les permiten permanecer momentáneamente. Existen aquellos que quieren disfrazarse de plurales y neutrales y aquellos otros que con honestidad marcan una tendencia entre aquellos más, que simplemente expresan su análisis periodístico y narran el acontecimiento. Sin embargo es una realidad, que el lector de noticias está en vía de extinción por el crecimiento de editorialistas, algunos valientes, algunos cobardes y otros mezquinos. Desde un Brozo, una Adela y un Loret de Mola que se dicen perseguidos del sistema en vez de caducos del sistema, desde un Héctor de Mauleón o una Anabel Hernández que con valentía disparan desde un bando oculto y aparentemente benéfico, y entre aquellos otros Ciros, lopezdorigas y Carlos Marín, que se aferran a un momento histórico que los enfrenta a su decadencia y a su derretido castillo de privilegios como cadáveres mal olientes de la comunicación. Aunque al final en el panorama informativo las obras quedan y las gentes se van y otros que vienen las continuaran, tal parece que la vida no sigue igual.