Llegó de la mano del PRD y se va del brazo del PAN; llegó correteando perros de Iztapalapa como su
primer acción importante de gobierno y se va como caza monos. Los anterior,
definen lo que fue el gobierno de Miguel
Angel Mancera en la Ciudad de México, en donde pasa a la historia como el ejecutivo
local más inepto y corrupto de la historia capitalina, más que Ramón Aguirre en
la regencia de Miguel de la Madrid o que Carlos Hank González en el portillato, y más
que los atropellos del Negro Durazo en la Policía. El saldo mancerista es de desaparecidos,
corrupciones, abuso de poder, apoderamiento de particulares en los servicios
públicos, programas fantasmas, ruptura de los programas sociales, descuido
de gobernabilidad, aumentos descarados a los servicios y su deterioro,
ilegalidad y saqueo. Tras su derrota como aspirante a la candidatura
presidencial ante el panista Ricardo Anaya, ahora Mancera se estrenó como coordinador del
Proyecto de Gobierno de Coalición de la alianza PAN-PRD-MC, en donde sus
candidatos lo quieren de coordinador de agendas y estrategias pero sin que
aparezca su imagen en el templete junto con Barrales o Anaya que en vez de ser una ayuda electoral, su
presencia resulta un desprestigio. El
cargo chambista es momentáneo, Miguel Angel Mancera espera que “el perrepan” o
su amigo secreto –El PRI- obtengan curules que le alcancen para que se le ofrezca la Fiscalia General de la
República, por tal razón no aceptó el Senado. Mientras tanto sus malosas amistades como Joel
Ortega y Silvano Aureoles Conejo, se frotan las manos para que eso suceda y
hacer de las suyas, como equipo mafioso que integran. El caso New Divine cuando Mancera tapó a Rodolfo Félix Cárdenas, al ocupar el cargo de procurador, y el ciento de
fallas de procuración de justicia en su puesto como Jefe de Gobierno, como lo fue encarcelar al actor Alejandro Alex
Arenas al grado de exhibir el vídeo en donde salía de un Hotel después de
supuestamente haber asesinado a una mujer, cuando él se encontraba en Colombia-; son solamente unos ejemplos de su indignidad en cargos de impartición de justicia, ya que, aunque haya crecido en una cultura policíaca, éso no lo hace no más preparado
sino más peligroso. Mancera se ha
separado de su cargo capitalino al cual llegó con promesas de campaña
mentirosos como el prometer aumentar las
líneas del metro y no subirlo de costo, como la propuesta más atractiva, que le
dio casi un noventa por ciento de aceptación –récord en elecciones capitalinas-
y que cuando logró obtener el cargo, hizo todo lo contrario, servirse de las
arcas capitalinas, subir el metro y no realizar la construcción de más líneas.
Llegó para golpear a los automovilistas, al transporte, y a observar como aumentaba la delincuencia en la Ciudad de
México, asesinar su vida nocturna y observar con tranquilidad, como nacían nuevos delitos como
los hidrocoleros ( en robo y despojo de agua), cárteles del narco y terroristas
que asaltan lugares concurridos o piden derecho de piso a los comerciantes y el aumento de feminicidios.
Mientras en el WTC era todo aplausos ante
una escenografía montada en donde Anaya y Barrales recibían a Mancera como
nuevo coordinador del FRENTE, por otro lado Mancera dejaba plantados -pese a que estaba
contemplado en su agenda-, a miles de policías que lo esperaban en la Arena
Ciudad de México para su despedida. Y es que Mancera fue advertido, que minutos
antes, se había armado un ensayo para su recibimiento, en donde se les pidió a los policías, gritaran “Mancera,
Mancera, Mancera” y en vez de repetir
dicha exclamación, los uniformados le
mentaban su madre con chiflidos, por lo que prefirieron que fuera su jefe de gabinete, Miguel
Ángel Vázquez, quien lo sustituyera en la presentación. Sin dar la cara y por
la puerta de atrás; Mancera se ausentó de su gobierno capitalino, ante su despedida incierta que no apunta con
claridad, si Mancera se ha retirado del cargo definitivamente o solamente de
manera momentánea, dejando a un encargado de despacho. De igual forma, Mancera tampoco se ha decidido -durante varios años-a ser panista, perredista o
apartidista con participación partidista. Por lo pronto la historia de la capital del País ya se escriben
con los primeros renglones que señalan: “Quiero relatar lo que a mí me sucedió…era
un ladrón”. Mientras que Mancera no pertenece a ningún partido y es solamente un ciudadano. Todos saben que es un ciudadano de los más corrupto; pero un ciudadano.