Primero introdujo su mascota al lugar de votaciones cuando vigilancia le pidió que no lo hiciera, después persiguió a un fotográfo autorizado, para que borrara las fotos que le había sacado cuando al reporero gráfico se le permitió su entrada para transparentar las elecciones y después se negó a contestar preguntas al respecto, ya que los consideraba chismes cuando Lucía se ha encargado en los últimos años a ser la reina del chisme y de los escándalos. Todo lo anterior ocurrió cuando la cantante Lucía Méndez acudió a las casillas de votaciones en las elecciones en donde se renovó la administración de la ANDA. A estos escándalos de Méndez, se le acumulan otros como el haber interrumpido una conferencia que había organizado la cantante Yuri, chayotear notas en donde se le acusaba de maltrato animal, interrumpir su escena en teatro al lado de Mauricio Herrera para impedir nuestra labor informativa cuando estábamos autorizados para ello, y aceptar proyectos contrarios a su imagen que trata de aparentar de gran señora. La transformación de
lo que era uno de los rostros más bellos en la historia de la televisión y la
sequía de éxitos han trasformado la conducta de Lucía Méndez quien no ha
afrontado tales cambios con dignidad y se ha envuelto en escándalos y en
nefastas estrategias publicitarias para llamar la atención. La
guanajuatense debe de enfrentar su peor crisis de desarrollo, que
acumula preocupaciones o desafíos de adaptación como alteraciones físicas y corporales, cambios en
los recursos financieros, y una
reconciliación con logros y fracasos, muerte de otros y aproximación de
la propia. Sí para cualquier persona es difícil enfrentar los conflictos
existenciales de esta naturaleza, mucho
más para quien ha sido la única diva de la televisión mexicana. Sin embargo
Lucía sigue conservando su talento y una particular manera de interpretar. Ya
no es "El Rostro del Heraldo",
ni la joven espectacular que
enloqueció Asia y a todo México, pero
tiene un recuerdo que defender con dignidad y cariño y una carrera de cantante
que seguir acumulando de satisfacciones, pero para ello, tiene que
renunciar a la pose de Diva inalcanzable, a la creación de más conflictos y a
salirse de la nube mitómana que en la
actualidad no es funcional como lo fue para María Félix y que en otras,
únicamente dibuja el maquillaje del ridículo.
Que lo escuche Lucía y que no sea demasiado tarde, son nuestros dos
deseos. Por nuestra parte, para quien siempre había sido atenta con nuestros medios
informativos, ya habrá tiempo para la reconciliación con el entendimiento que ante todo, la
veracidad informativa, aunque incomoden aquellas entrevistas que no son a modo.