miércoles, 14 de marzo de 2018

HABLANDO DERECHO



















Por José A. Martínez
Fue el trece de marzo del dos mil dieciocho, en que se abrió una nueva etapa en el derecho mexicano al sentenciar  con pena vitalicia al responsable de la muertes violentas, de la joven Karen Esquivel con apenas la mayoría de edad  y de la señora Adriana Hernández, ocurridos en el Estado de México. La pena de cadena perpetua, tomó nuevamente observancia después de casi 200 años de estar en desuso y guardada en los primeros códigos penales  del siglo XIX, y que  se retoma con  las  reformas a las legislaciones penales estatales para introducir esta pena de  prisión  a partir de 2008. Ni la Constitución Mexicana, ni los tratados internacionales contradicen como viable  la prisión vitalicia,por lo que la misma se implantó nuevamente ante un negociar con las exigencias y  peticiones de que se hiciera  primeramente efectiva en nuestra  legislación,  la pena de muerte, misma  que resultaba muy violenta para la doble moral de nuestra política y de nuestra vida jurídica y se permutó por la condena eterna.  Aunque muchos estudiantes de Derecho  al principio de sus carreras se oponen rotundamente a la Pena de muerte, posteriormente se convencen de la aplicación práctica de una sentencia mortal a aquellos que no tendrán readaptación  social porque nunca estuvieron adaptados y que son un pesar para el Estado, ya sea libres o encarcelados mediante una sentencia de Prisión Vitalicia. Al dictarse resolución de pena perpetua  por primera vez en la época moderna en nuestro derecho mexicano  al asesino de  Karen Esquivel, se gana una batalla importante en la limpieza de aquella “podredumbre social” pero aun no se gana la guerra contra la “pesadumbre social” producto de la desigualdad, la distorsión de objetivos, la no detección temprana de la desorientación humana, la  corrección de la descomposición y la eliminación del campo fértil para la delincuencia y la criminalidad,  en que se ha desfigurado nuestro Estado mexicano y las deficiencias de nuestro ejercicio  legal que es un freno de mano, para la elaboración legislativa de penas eficaces, que comienzan desde la torpeza  o corrupción en la persecución del delito. Sin embargo mientras existe un sector  de la sociedad con comportamiento  inferior a la de los animales,  existe otro sector social que gana batallas como ésta, a beneficio  de unos para otros, como es el caso de quienes estuvieron al pendiente de la impartición de Justicia en el caso Karen Esquivel que ha concluido con una bandera que se levanta victoriosa, perspicaz y osada  como el ejemplo  que implantó, siempre Karen.