En su primera gira de trabajo después de las elecciones tan adversas para su partido, el presidente Enrique Peña Nieto eligió este estado –donde el priísmo entregó mejores cuentas en medio de la debacle–, para reiniciar su recorrido por el país, entregar casas y regularizar predios. Aprovechó el acto para criticar la política de vivienda de sus antecesores por el diseño poco digno de los inmuebles y la mala ubicación en que se edificaron, lo que calificó de
absurdo.
Impensable, pero así ocurrió por muchos años. El que se edificaran viviendas con características no propias y no dignas para las familias beneficiadas, con una sola recámara [...]. Efectivamente, se construyó mucha vivienda, vivienda que, por cierto, hoy está deshabitada, porque a la gente le resulta mucho más caro tener que trasladarse de donde eventualmente recibió una vivienda, al sitio en que está su trabajo.
Lamentó que muchas casas se encuentren abandonadas y que, automáticamente,
la gente dejó de pagar esos créditos, porque cómo pagar el crédito de una vivienda que está abandonada, lejos y a una distancia mayor de donde están trabajando. Invertían para financiar su transporte, en las horas de traslado en el caso que decidieran ocupar la vivienda y hoy tenemos miles de casas abandonadas y el problema sin resolver.
Peña Nieto criticó las políticas de vivienda de sus antecesores:
Así de absurdo es lo que estaba ocurriendo. Por ello –dijo– se determinó realizar cambios sustanciales en el sector para esta administración, entre otros aspectos para conjuntar los esfuerzos, dispersos, que antes había, de los diversos organismos de vivienda (Infonavit, Fovissste, banca de desarrollo del estado), y adoptar criterios homogéneos en la construcción de viviendas.