ALGUIEN TIENE QUE DECIRLO.-Los espacios informativos, incluyendo
la televisión preponderan la nota roja por las noticias de interés político,
por lo que podemos observar el asalto en el transporte colectivo como una
nota sobresaliente,-según los Jefes de información- por encima incluso del
conflicto bélico en Ucrania. Canales con noticiarios las veinticuatro horas, se
han convertido en programas policíacos o de nota roja, al estilo de la revista
mexicana “Alarma” que presentaba hasta 200 asesinatos y robos a la semana, en
los años setentas y ochentas. Sería absurdo minimizar el mundo violento, el
ataque histórico a la mujer y a los grupos vulnerables, pero
también sería irresponsable no calificar de absurdo el término “feminicidio”
que nació en sudamérica como un factor
de terrorismo formal sobre el real, -sin que se quiera negar su existencia como
una nueva guerrilla intercontinental-, y que se utiliza con el principal fin
de lograr una divulgación exagerada para luego
seraceptada con un proceso de
normalización, sobre el no minimizado
problema de desaparecidos, actos violentos y cientos de muertes de mujeres pero
también de hombres que requerirían en todo caso del nacimiento de la figura del “masculinisidio” si en verdadse
tuviera un fin o una solución correcta. Las estadísticas revelan que México
registró 33.308 homicidios dolosos en 2021, una cifra inferior a la del año
anterior que registró 36 579 homicidios en México. Es decir, una razón de 29
homicidios por cada 100 mil habitantes a nivel nacional, aunque se debe considerar
que fueron dos años embargados por una pandemia y de medidas sanitarias de aislamiento. En los últimos
nueve meses hay una tendencia sostenida a la baja del homicidio doloso que
desemboca en enero de 2022 con una reducción del 14.4 por ciento en comparación
con enero de 2021, incluso muestra una disminución del 19 por ciento a
comparación de enero del 2020. En promedio, cada 24 horas fueron asesinadas 97
personas, entre ellas 10 mujeres y tres
niños y adolescentes y el resto son masculinos, es decir mueren más hombres que
mujeres. Loa anterior no se debe malinterpretar como un justificante de
agravio, sino como una visión real de que es importante combatir al terrorismo
real, no a la violencia sólo por género, sino a la violencia generalizada y
también al terrorismo formal que tiene como fin paralizar la acción
ciudadana que sometida al miedo acepta
patrones de conducta, es direccionada en cuanto a sus protestas e
inconformidades, y genera fanatismos y divisiones. Está claro que la protesta
de la mujer primero sobre su igualdad de derechos y libertades y después sobre
la violencia de género, son totalmente justificadas ante una sociedad que se ha
encargado de sobajarla culturalmente y agredirla en las calles como
consecuencia del bombardeo mediático doblemoralista, la educación nula o
deficiente, el modelo de distorsión de valores y las deficiencias familiares
ejemplificadas y la falta de estricta seguridad pública con cuerpos policíacos
con autoridad legal pero también autoridad moral. Sin embargo las condiciones de la mujer han
cambiado radicalmente y en algunos casos han superado al hombre por lo que no
son la fabricación de leyes y aumento de la penalidad
una solución de fondo para terminar con la violencia generalizada y
menos con la de género, ya que el simple
hecho de tratarla por cuerda separada ya es una agresión, confundiendo la debilidad
con la desventaja y la condición específica y comparativa de cada caso. El
término Feminicidio ha servido para inutilizar aún más la impartición judicial
en favor del victimario, ya que el feminicidio es el asesinato a una mujer por
el simple hecho de ser mujer y el odio que le genera al asesino el sexo
femenino, mientras que el homicidio femenino común, sí trae consigo un nexo causal o una razón distinta al odio de género, para
asesinar a una mujer. Por lo que al tipificar un feminicidio, trae como consecuencia
la distracción del juzgador en el estudio inútil de que
si el acto criminal fue producto del odio o de otras circunstancias,
entorpeciendo la causa penal y la mala
integración de sus carpetas, causas, y
expedientes, en vez de juzgar lo evidente, que es la simple ejecución de un homicidio,
sea por odio o no e incluso como lo
hemos venido exponiendo, trátese de una mujer o no. El término infanticidio por
ejemplo, que es el asesinato a niños, nació
como una situación de alerta exagerada sobre el crecimiento de sectas satánicas y circunstancias hasta de
canibalismo que finalmente adecuaron el tipo legal en la acción de matar a un
recién nacido principalmente por la
madre o ascendientes maternos para ocultar la deshonra de la madre y
distinguirlo del aborto, pero es claro que su definición
moderna no tiene capítulo específico en el código penal de la CDMX y lo
contempla dentro del mismo capítulo de homicidios en su artículo 12., como
ocurre también en el caso del llamado el
parricidio que surgió como una nota policiaca de moda y actualmente sin
capítulo especial se contempla en el artículo 125. Sin embargo por la presión
direccionada , no ocurre lo mismo en el caso del feminicidio que se contempla
en capítulo aparte al Homicidio con todo y que se define en un artículo único, que es el 148 bis, de
ley que se cita. En conclusión, el feminicidio que hace una diferencia
contraria al artículo 4 constitucional que define la igualdad legal entre hombre, mujer y familia; no nació
como un movimiento social sino conductual de actos de extrema violencia
generalizados en Sudamérica, que fue retomado de una ley inglesa antigua que
tenía otra intencionalidad legal, y que
en México fue introducido como un plan macabro de difusión entre los años de 1993
y 2012 cuando se registraron en Ciudad Juárez más de 700 asesinatos violentos
de mujeres, de las cuales la mayoría presentaba evidencias de violencia sexual
y no de simple odio. No se trata de matar al mensajero, pero el
tratamiento de la divulgación de asesinatos a la mujer, no en su
promulgación por si sola sino que se ha
acompañado de un tratamiento espectacular y televisivo que resulta un difusor de mayor violencia y
generador de ideas para un sector criminal
que en un ambiente de violencia cotidiana, drogas y creación de grupos
criminales y terroristas hacen que los términos
separados de las acciones, resulten una invitación a la conducta psicópata.
En los primeros meses de este sexenio lópezobradorista,
existió el intento de eliminar la figura
del Feminicidio de sus códigos penales por motivos que hemos explicado y eliminar complicaciones de juzgar
severamente un homicidio agravado, sin
embargo la acción mediatizada, y el alto
promedio de ignorancia, hizo imposible realizar la reforma penal, ya que por
intereses creados, se trató de confundir a los colectivos y a la sociedad que
derogar la figura del feminicidio era desconocer el alto número de mujeres
muertas, quietarle importancia a la conducta homicida sobre las mujeres e incluso
agredir a la mujer misma, cuando solamente se trataba de una situación efectiva
de atender el procedimiento penal para
obtener un castigo y justicia, y
disminuir el freno de magnificación del
término utilizado para la manipulación pero nunca una disminución de la gravedad que significa
matar a una mujer, como también lo significa matar a un anciano, a un niño, a
un incapacitado o a un hombre, y la
importancia que debe ser consolidar la lucha y la defensa por el humanismo
antes que por cualquier otro nominativo de falsa moral
y como direccional de masas a nivel mundial.