El Papa Juan Pablo II, Ronald Reagan y Margaret Thatcher
llegarían al poder entre 1978 y 1981 para poner el fin de la distensión en
nombre de la lucha por un mundo libre y democrático. El 16 de octubre de 1978,
el cardenal polaco Karol Wojtyla fue elegido papa y tomó el nombre de Juan
Pablo II. Los grandes dirigentes comunistas de la época veían en la elección
del cardenal de Cracovia una amenaza mortal para la supervivencia del modelo comunista,
ya que eran conscientes de que un papa polaco tendría un efecto decisivo en la
revitalización del patriotismo anticomunista de su país, que siempre había sido
el eslabón más débil de bloque soviético. En distintos informes de agentes
soviéticos en el Vaticano, los gestos del papa fueron calificados como
"una actividad subversiva" que organiza "el sabotaje ideológico
del sistema socialista" Los temores de Moscú se confirmaron desde el
principio del pontificado de Juan Pablo II. Durante la gran misa que se celebró
en la plaza de San Pedro el 22 de octubre de 1978, el papa llamó a la valentía
y la apertura y defendió la libertad religiosa como un derecho humano
imprescindible. "No tengáis miedo de dar la bienvenida a Cristo y aceptar
su poder. A su poder salvador abrid las fronteras de los Estados, los sistemas
económicos y políticos".Así pues, Juan Pablo II dejó claro que su resistencia al
comunismo se expresaría a través de la religión, la moral y la cultura. Un mes
después de su elección, el papa visitó la ciudad italiana de Asís donde volvió
a desafiar el comunismo al mostrar su compromiso con las Iglesias católicas
perseguidas de Europa Central y del Este, que "ahora hablan con mi
voz". Además, en otra visita a México en enero de 1979, el Pontífice
calificó el marxismo de "un error antropológico". Juan Pablo II se
convirtió en el peor adversario para unos dirigentes comunistas, que veían cómo
él derrumbaba dos de sus principios básicos de la sociedad socialista, el de la
internacionalización de la clase obrera y la negación del individuo como tal.La lucha del papa quedó patente durante su primera visita a
Polonia en junio de 1979 que, según afirman varios historiadores, supuso el
comienzo del final de la URSS. El régimen comunista polaco hizo todo lo posible
para impedir esta visita y rebajar su impacto: agentes comunistas tenían
órdenes de infiltrarse entre grupos católicos para provocar todo tipo de
dificultades durante la visita del papa.Durante nueve días, millones de personas acudieron a ver a
Juan Pablo II que consiguió despertar la conciencia y la valentía del pueblo
polaco. Ante la enorme multitud en Varsovia, el papa celebró la misa e hizo un
llamamiento a la historia y la cultura de los polacos, a su verdadera
identidad, algo que el comunismo ya no podía combatir. Así pues, el pueblo
polaco redescubrió su propia fuerza y también la debilidad del régimen
comunista. En este sentido, se puede afirmar que la fundación del sindicato
Solidaridad tan solo un año más tarde no hubiera sido posible sin el impacto
moral de los "nueve días" de Juan Pablo II.En octubre de 1979, el papa denunció en la ONU la violación
de los derechos humanos de los creyentes en los países del bloque soviético,
que eran tratados como "ciudadanos de segunda categoría". Meses más
tarde, el Partido Comunista de la URSS aprobó un documento redactado por Yuri
Andropov, que comprendía medidas contra "las políticas del Vaticano hacia
los Estados Socialistas". Sólo dos semanas después de la aprobación de
este documento, Juan Pablo II sufrió un atentado en la plaza de San Pedro que
casi le costó la vida. En 1983, el presidente estadounidense anunció la
Iniciativa de Defensa Estratégica, un proyecto militar que supuso no solo un
gran golpe de efecto de la política de defensa del país, sino también el
paulatino agotamiento de la economía de la URSS, que no soportó el coste de
esta carrera de armamentos.