A PALO DADO
Por: José A. Martínez
Aunque en la actualidad las obras teatrales de corta duración resultan una novedad y la gran idea escénica, estás aparecieron en Europa desde el siglo XIX, fue un modelo teatral que apareció en 1868 y se diluyó en la primera década del siglo XX. Ahora en los inicios de este siglo XX, las necesidades económicas e hiperactivas del espectador, lo han traído de nuevo en el continente vecino y con una fuerza desbordante en nuestro país. El origen del teatro por horas, que luego se identificaría con el llamado género chico, nació como una iniciativa de un colectivo de actores empresarios muy populares en el Madrid y esas pocas horas comparadas con las obras de larga duración, se convirtieron en quince minutos para el teatro breve de la actualidad. José Vallés y Juan José Luján idearon la manera de escoger como plataforma, los cafés-teatro o salones, poniendo en escena una sucesión de obras de corta duración que permitía una mayor afluencia de público, que podía decidir cuántas sesiones deseaba ver, porque cada una de estas era independiente y no duraba más de una hora. Se suprimió la consumición y bajó el precio de las entradas. El teatro por horas, como alternativa económica a los altos precios del teatro convencional y los cafés-concierto, se hizo muy popular como ha resurgido ahora. Ante el aumento de demanda, reducción de costos y ganancias inmediatas parecidas a las de un “Teatro guiñol”, han aumentado los productores primerizos y escritores, que se les facilita la pluma, con historias que solamente ocuparán unas líneas y unos instantes, lo que ha traído improvisaciones en denigración de aquellas obras que por cortas que sean, están bien escritas, bien producidas y bien actuadas. Sobre el teatro de corta duración, el prestigiado escritor Francisco Blanco García, quien con su literatura, trascendió de España a Sudamérica, y quien fue líder de opinión, describió al teatro reducido como un espectáculo innoble, populachero, de baja estofa y producto del extravío de un público que lo pagaba y aplaudía. La cercanía entre el actor y el público de mal comportamiento que es capaz de distraerse o no apagar su teléfono celular, el apreciar a detalle el respirar de su figura favorita de televisión, el bajo costo y su premura de abandonar el teatroforo, han hecho que quienes no eran teatrófilicos ahora lo sean. Pero también con la modalidad breve se han abierto nuevos espacios, se han descubierto nuevos talentos, y se han logrado ejecutar brillantes puestas en escena, que de manera natural han desembocado y anidado en la expresión escénica corta y que no han sido impuestas de manera forzada a cubrir quince minutos. En México ha sido benéfica la llegad del teatro de corta duración, y se ha extendido a obras musicales, de terror y suspenso, infantiles y no se han limitado a la tragedia o a la comedia cursi, que también es plausible, como todo lo que está bien realizado y ejecutado. Los amantes del teatro tradicional también pueden darle con gratitud la bienvenida a las obras breves, que también necesitan irse perfeccionando y que deben ser cobijadas en lugares apropiados para estas, no solamente para su adecuado desarrollo actoral sino también para brindar la seguridad necesaria a los espectadores que se reúnen en lugares muy reducidos y en casonas, que aunque son acobijadoras; no fueron construidas para albergar espectadores teatrales.