miércoles, 21 de julio de 2021

NO TODA LA FELICIDAD ESTA EN MIAMI











































Así como existen aquellos que tiemblan cuando se les menciona la palabra “comunismo”, así también existen ciudadanos que viven bajo el régimen socialista que tiemblan cuando se menciona el modelo económico neoliberalista. La invasión de Cuba para quienes viven ahí, representa perder sus beneficios de estado, de jubilación y de asistencia, así como de remuneración por años de trabajo. Como cualquier ciudadano del mundo, el cubano aspira a un buen gobierno y critica sus deficiencias pero eso no significa querer una revolución, una invasión o un cambio de régimen. Para quienes piensan que el voto es el único  instrumento democrático olvidan la importancia del derecho a la salud, a la educación, y a la sanidad social basada en el gusto por el trabajo, el goce anti-apatrida y la genuina búsqueda de la felicidad en la compañía de los seres amados. Muchos cubanos “no están en conflicto alguno con el sistema de gobierno ni las dinámicas sociales y que se sienten plenos con lo que tienen, con lo que 'les toca', lo que logran o pueden hacer”, tal y como aquellos que son felices al salir de sus fronteras aunque hundidos en una clase media aspiracional, sin alcanzar el ascenso de su escala social, pero bajo el disimulo de la superación personal aunque sea a base del perjuicio social. Decir que si el socialismo o  si el capitalismo extremo convertido en  neoliberalismo, es mejor uno que otro, es realizar una evaluación que depende de los principios históricos, filosóficos y hasta costumbristas de cada quien. La determinación de cada uno es válida, como inaceptable lo es la imposición o  la invasión imperialista. El cubano que logra marcharse de Cuba y determinar ser un apátrida con mejores condiciones de vida, está  en su derecho como aquel que conserva sus valores nacionalistas en su país. La sanidad de la administración cubana no puede ser calificada con números duros mientras exista un embargo comercial entrometido e infame pero es un hecho que de los 11 millones de cubanos que viven en su isla, no todos quieren marcharse de su cuna, ni tampoco todos quieren el regreso de los cubanos que viven bajo una economía en donde la prioridad es la conquista del mercado y quienes resultan  los más ansiosos de un cambio de gobierno en Cuba para su comodidad individual y no colectiva, pues a pesar de haber abandonado a su país por sueños propios, quieren regresar para en desigualdad de condiciones, imponerse como adinerados en  comunidades igualitariamente pobres. Pero para el caso, de que Cuba, de haber sido el prostíbulo más grande del mundo ahora sea la celda más grande del mundo, abrir sus puertas o no, es un asunto que solamente deben solucionar y les incumbe a los cubanos que viven en cuba, y no a extranjeros o a quienes determinaron besar otras banderas.Más en www.somoselespectador.blogspot.com