Nunca antes en la historia reciente de la humanidad, las personas se han mantenido tanto tiempo en casa frente a un televisor y que este haya estado apagado, como está ocurriendo en la pandemia con que han iniciado las primeras décadas de este siglo, lo que debería haber representado una inigualable oportunidad para que la televisión mexicana pudiera ganar el terreno perdido ante el internet pero no fue así. Los desprotegidos que no cuentan con internet o recursos para disponer de crédito telefónico portátil, son los damnificados de seguir los canales privados y públicos de televisión. Y no es que el contenido televisivo en su origen haya sido una maravilla de la comunicación y el entretenimiento, pero al menos sus realizadores tenían mayor creatividad aunque no se separarán del control mediático como funcionalidad masiva. Entre los espacios informativos con desinformantes, telenovelas dignas para quien tiene poco nivel de procesamiento mental y la eliminación de programas musicales por programas de lectores de chisme, es que la televisión quizá no esté viviendo sus últimos minutos de vida pero si su peor decadencia, en donde pasó de ser una fórmula de unión familiar y enajenación masiva, a estorbo del progreso de contenido electrónico y ya de su lugar en el progresismo político, mejor ni hablamos. Aunque en los años ochentas la televisión no fue privativa del deterioro de la valorización colectiva, por lo menos se rescataban modelos de programación que tanto cautivaron en los setentas cuando la TV tomó su propia dirección a la que tenía la radio. En este siglo pocas generaciones tendrán en su memoria colectiva, la retención nostálgica de un programa de televisión actual, debido a la no atadura que se tiene sobre los horarios de transmisiones , en donde el televidente puede contratar preprogramadores de paga o realizar búsquedas en internet sobre programas pasados, y debido también y sin duda , a la falta de interés en la programación televisiva. Pocos programas tienen escritores de calidad, cuya materia prima es más importante que la de los productores, pero que en la estrategia que toman las empresas televisivas, resulta al revés, ante la mafia que en éstas se ha tejido, en donde lo que importa es la paga y el influyentismo pero no el amor por el producto, situación que a falta de competencia de opciones más no de canales, les resulta cómodo y no apremiante seguir con esa dirección confortable. Programas de baja calidad intelectual con el pretexto de que la televisión es informativa y no formativa ni en los países de menor desarrollo educacional, como lo son: "vecinos", "Nosotros los Guapos", "Amor Mío" y "La familia Peluche", pero de las pocas realizaciones con buenos escritores, serán las migajas del recuerdo de una televisión mexicana, atropellada por realizaciones latinoamericanas de mayor calidad y menos presupuesto como "Bety La Fea" o " "Pedro El Escamoso" que se realizaron hace más de veinte años, que no han podido ser igualadas por la televisión de México y que tanto se repiten en los canales de nuestro país.Más en www.somoselespectador.blogspot.com