Desde 1945 que se fundó la Organización de las naciones Unidas y que en la presidencia de México estaba Miguel Avila Camacho, ningún Presidente de México había encabezado una sesión del Consejo de Seguridad de la ONU y menos abordando como tema principal, la corrupción; como lo realizó el año pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador. Diferentes mandatariosmexicanos anunciaban con bombo y platillo sus visitas o discursos rutinarios en la ONU,en donde únicamente servían como lectores de un discurso demagógico, en apoyo servil de Estados Unidos y la política neoliberal, cual muñecos de ventrílocuo y en el mejor de los casos, simples pregoneros de la problemática bélica mundial, que nadie desconocía y en donde no se brindaban soluciones, porque ni se tenía la idea para ello ni tampoco la calidad moral para reclamarlas. López Obrador expuso las fallas de los imperios internacionales, la inoperabilidad de la ONU y brindó puntos de solución que está implantando en México. Aunque es poco común que el Presidente de un país, sea quien encabece la sesión en su orden del día y desarrollo, fue el Presidente de México quien tomó el mazo del ordenamiento para propiciar un momento histórico en la política internacional mexicana que marcó el 2021, y dictó puntos de solución y crítica nunca antes expuestos en el mundo, pasaje internacional que no ha convenido difundir con la fuerza que ameritaba, ni a la prensa neoliberal mundial ni ala prensa mexicana, y que en esta oportunidad volvemos a reproducir para refrescar memorias o rememorizar a mal intencionados. “No vengo a hablar de seguridad como sinónimo de poderío
militar ni como argumento para el empleo de la fuerza contra nadie; en cambio,
mi planteamiento se basa en lo que postuló ese titán de las libertades, según
Pablo Neruda, que fue el presidente Franklin Delano Roosevelt, cuando se creó
la Organización de las Naciones Unidas: el derecho a una vida libre de temores
y miserias, que sigue siendo el más sólido fundamento de la seguridad para todas
las sociedades y los Estados.El principal obstáculo para el ejercicio de ese
derecho es la corrupción en todas sus expresiones: los poderes transnacionales,
la opulencia y la frivolidad como formas de vida de las élites; el modelo
neoliberal que socializa pérdidas, privatiza ganancias y alienta el saqueo de
los recursos naturales y de los bienes de pueblos y naciones. Es corrupción el
que tribunales castiguen a quienes no tienen con qué comprar su inocencia y
protejan a potentados y a grandes corporaciones empresariales que roban al
erario o no pagan impuestos; es corrupción la impunidad de quienes solapan y
esconden fondos ilícitos en paraísos fiscales; y es corrupción también la usura
que practican accionistas y administradores de los llamados fondos buitres, sin
perder siquiera su respetabilidad.Sería hipócrita ignorar que el principal
problema del planeta es la corrupción en todas sus dimensiones: la política, la
moral, la económica, la legal, la fiscal y la financiera; sería insensato
omitir que la corrupción es la causa principal de la desigualdad, de la
pobreza, de la frustración, de la violencia, de la migración y de graves
conflictos sociales.Estamos en decadencia porque nunca antes en la historia del
mundo se había acumulado tanta riqueza en tan pocas manos mediante el
influyentismo y a costa del sufrimiento de otras personas, privatizando lo que
es de todos o lo que no debe tener dueño; adulterando las leyes para legalizar
lo inmoral; desvirtuando valores sociales para hacer que lo abominable parezca
negocio aceptable.Veamos, por ejemplo, lo sucedido con la distribución de la
vacuna contra el COVID-19. Mientras las farmacéuticas privadas han vendido el
94 por ciento de las vacunas, el mecanismo COVAX, creado por la ONU, para
países pobres, apenas ha distribuido el 6 por ciento; un doloroso y rotundo
fracaso.Este dato simple debiera llevarnos a admitir lo evidente: en el mundo
actual la generosidad y el sentido de lo común están siendo desplazados por el
egoísmo y la ambición privada; el espíritu de cooperación pierde terreno ante
el afán de lucro y con ello nos deslizamos de la civilización a la barbarie y
caminamos como enajenados, olvidando principios morales y dando la espalda a
los dolores de la humanidad.Si no somos capaces de revertir estas tendencias
mediante acciones concretas, no podremos resolver ninguno de los otros
problemas que aquejan a los pueblos del mundo.¿Qué estamos haciendo en México?Hemos
aplicado la fórmula de desterrar la corrupción y destinar al bienestar del
pueblo todo el dinero liberado, con el criterio de que “por el bien de todos,
primero los pobres”.Optar por los pobres implica, adicionalmente, asumir que la
paz es fruto de la justicia y que ningún país puede ser viable si persisten y
se incrementan la marginación y la miseria. Por ello, sostenemos que la
solución de fondo para vivir libres de temores, riesgos y violencia, es acabar
con el desempleo, favorecer la incorporación de los jóvenes al trabajo y al
estudio, evitar la desintegración familiar, la descomposición social y la
pérdida de valores culturales, morales, espirituales.En México podrá llevarnos
tiempo pacificar el país, pero la fórmula más segura es atender el fondo, como
lo estamos haciendo; por ejemplo, otorgar a los jóvenes opciones de estudio y
trabajo para evitar que sean enganchados por la delincuencia. La verdadera
victoria sobre las bandas delictivas siempre consistirá en privarlas de su
semillero y de su ejército de reserva.Con este mismo criterio estamos enfrentando
el fenómeno migratorio. Las acciones fundamentales no son las coercitivas sino
las que incorporan a todas las personas al estudio, al trabajo, a la salud y al
bienestar en los lugares en los que nacieron o residen, de modo que no se vean
obligadas a abandonar sus pueblos por hambre o violencia y que únicamente
emigren quienes deseen hacerlo: que la migración sea opcional y no forzosa; una
decisión individual y no un fenómeno de proporciones demográficas.Hace poco le
expuse respetuosamente al presidente Biden una nueva forma de enfrentar el
fenómeno migratorio: sin ignorar la necesidad de ordenar el flujo, de evitar el
descontrol y la violencia y garantizar los derechos humanos; le propuse aplicar
de inmediato en tres naciones hermanas dos programas que nosotros estamos
llevando a cabo con éxito en Chiapas, estado vecino de Centroamérica.Hoy
estamos plantando allí 200 mil hectáreas de árboles frutales y maderables y ese
programa da trabajo a 80 mil sembradores. Asimismo, en esa entidad del sureste
mexicano trabajan como aprendices 30 mil jóvenes que reciben un salario mínimo
para capacitarse en talleres, empresas y otras actividades productivas y
sociales. Si estas dos acciones se aplicaran de inmediato en Guatemala,
Honduras y El Salvador, se podría lograr que permanezcan en sus países unas 330
mil personas que hoy están en riesgo de emigrar por falta de trabajo.Pienso que
estas propuestas deben ser aplicadas por la ONU a fin de ir al fondo de los
problemas en los países pobres. Es necesario que el más relevante organismo de
la comunidad internacional despierte de su letargo y salga de la rutina, del
formalismo; que se reforme y que denuncie y combata la corrupción en el mundo;
que luche contra la desigualdad y el malestar social que cunden en el planeta.
Con más decisión, profundidad, con más protagonismo, con más liderazgo.Nunca en
la historia de esta organización se ha hecho algo realmente sustancial en
beneficio de los pobres, pero nunca es tarde para hacer justicia. Hoy es tiempo
de actuar contra la marginación atendiendo las causas y no solo las
consecuencias.A tono con esta idea, en los próximos días la representación de
México propondrá a la Asamblea General de las Naciones Unidas un Plan Mundial
de Fraternidad y Bienestar. El objetivo es garantizar el derecho a una vida
digna a 750 millones de personas que sobreviven con menos de dos dólares
diarios.La propuesta de México para establecer el Estado Mundial de Fraternidad
y Bienestar se puede financiar con un fondo procedente de al menos tres
fuentes: el cobro de una contribución voluntaria anual del 4 por ciento de sus
fortunas a las mil personas más ricas del planeta. Una aportación similar por
parte de las mil corporaciones privadas más importantes por su valor en el
mercado mundial y una cooperación del 0.2 por ciento del PIB de cada uno de los
países integrantes del Grupo de los 20. De cumplirse esta meta de ingresos, el
fondo podría disponer anualmente de alrededor de un billón de dólares.En su
informe anual, la ONU podría destinar un día para otorgar reconocimientos o
certificados de solidaridad a personas, corporaciones y gobiernos que destaquen
por su vocación humanitaria ayudando a financiar el Plan Mundial de Fraternidad
y Bienestar.Los recursos de este fondo deben llegar a los beneficiarios de
manera directa, sin intermediación alguna, porque cuando se entregan fondos
supuestamente para ayudar a los pobres a organizaciones no gubernamentales de
la sociedad civil o a otro tipo de organizaciones, no quiero generalizar, pero
en muchos casos, ese dinero se queda en aparatos burocráticos, en pagar
oficinas de lujo, en mantener asesores o se desvía y termina por no llegar a
los beneficiarios. Por eso, repito, los recursos para los beneficiarios deben
llegar de manera directa, sin intermediación alguna, mediante una tarjeta o un
monedero electrónico personalizado.El Banco Mundial y el Fondo Monetario
Internacional podrían colaboran en la creación de la estructura requerida y,
desde el año próximo, hacer un censo de los más pobres del mundo y una vez
definida la población objetivo, en cada país, comenzar a dispersar los recursos
para el otorgamiento de pensiones a adultos mayores, a niñas y niños con
discapacidad; becas a estudiantes; apoyos a sembradores y a jóvenes que
trabajen como aprendices en actividades productivas, así como hacer llegar
vacunas y medicamentos gratuitos.No creo, lo digo con sinceridad, que alguno de
los miembros permanentes de este Consejo de Seguridad se oponga a nuestra
propuesta pues esta no se refiere a armas nucleares o invasiones militares ni
pone en riesgo la seguridad de ningún Estado; por el contrario, busca construir
estabilidad y paz por medio de la solidaridad con quienes más necesitan de
nuestro apoyo; estoy seguro que todos, ricos y pobres, donantes y
beneficiarios, vamos a estar más tranquilos con nuestra conciencia y viviremos
con mayor fortaleza moral. Aquí recuerdo lo que sostenía Adam Smith: “por más
egoísta que quiera suponerse al hombre, evidentemente, hay algunos elementos en
su naturaleza, que lo hace interesarse en la suerte de los otros, de tal modo,
que la felicidad de éstos le es necesaria, aunque de ello nada obtenga, a no
ser el placer de presenciarla”. Con otras palabras, solo siendo buenos podemos
ser dichosos.Y nunca olvidemos que es un deber colectivo de las naciones
ofrecer a cada una de sus hijas e hijos el derecho a la alimentación, la salud,
la educación, el trabajo, la seguridad social, el deporte y la recreación.Cierro
recordando a dos patriotas y libertadores de nuestra América: José María
Morelos y Pavón, Siervo de la Nación mexicana, que hace poco más de dos siglos,
demandaba: “que se modere la indigencia y la opulencia”; y, casi al mismo
tiempo, Simón Bolívar aseguraba que “el sistema de gobierno más perfecto es
aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad
social y mayor suma de estabilidad política”.Es un honor estar con ustedes,
miembros permanentes y no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, que
es lo más parecido a un gobierno mundial y que puede llegar a ser el organismo
más eficaz para el combate a la corrupción y el más noble benefactor de los
pobres y olvidados de la tierra”. Nueva York, Nueva York, 9 de noviembre de 2021
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