Se ha dicho mucho,
que el humor es una característica de los mexicanos y que nace hasta en las
desgracias, el humor político y la caricatura, es casi una tradición en el
periodismo, sin embargo existen chistes sobre Jesucristo, sobre ciertos
comportamientos de regiones del país o
enfermedades humanas, que incomodan, y otros
que de plano han sido censurados, ya que así como muchos hemos escuchado chistes
sobre las suegras, borrachitos, homosexuales o la impotencia sexual; pocos o
casi ninguno, hemos escuchado chistes sobre la Virgen de Guadalupe o el incesto
por ejemplo, que son temas que no se
difunden tan de prisa en las bromas
habladas. La misma molestia ocurre, cuando se bromea de un cambio tan
importante para el país como resulta el que encabeza Andrés Manuel López
Obrador en medio de comentarios y
conducta de resistencia, razón por la cual, la mayoría de los mexicanos
atacaron al chisitero que se hace llamar "El Costeño", quien en su
rutina, incluyó bromas sobre el presidente de la República que no renueva desde hace veinte años, por lo
que en su show ha imperado la groseria
fácil y la falta de actualización de su narrativa, situación que es delicada cuando se
abordan temas políticos. La
bipolarización que guarda el país y la falta de gracia trajo la protesta
colectiva de muchos que fueron los que llevaron a López a la presidencia, sobre
lo realizado por el tal Costeño. Sin embargo otros comediantes profesionales y
con rutinas actuales, también bromearon con las expresiones presidenciales, y
ni quien dijera nada. Lo que hace constatar, que la irritabilidad no es por
tocar a un personaje sino por la manera grotesca y mal intencionada que se toca
a dicho personaje. Con lo que se ha dejado en claro, el dolo de una conducta,
la manera de querer llamar la atención a costa de lo que sea y la
inexistente fuerza censuradora del gobierno en turno, cuando muchos se
dicen perseguidos políticos y protestan lo que en anteriores gobiernos
corruptos, callaban. Más en www.somoselespectador.blogspot.com